A COCES
Sobre tu barriga mi mano posaste
por si sentir quería
la imprevista consecuencia de un rato en los lavabos
que ya nos daba pataditas.
El brillo de aquel episodio en el gimnasio
volvió a tus ojos de rabia:
a mi barriga lanzaste tu mejor patada.
En justa compensación
la misma te devolví yo con idéntica proporcionalidad.
El niño dejó de latir
Tú de llorar
Yo de esperar.
Estalló la bomba
de nuestro núcleo familiar.
Hasta las últimas consecuencias encarnamos la familia nuclear.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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