lunes, 1 de febrero de 2010

ÉPICA


ÉPICA


Aquellos días en París fueron los más intensos que nunca podré vivir.

Alojados en un hermoso hotel de la Rue Des Enchants
quemamos todas las noches devorándonos con besos y champán.

En la calle un trovador de la Chanson añadió música y luces
a lo mejor de aquel amor.

Rue abajo Rue arriba
corrimos poseídos y frenéticos
pues era el otro lo mejor de nuestra vida.

Asomados al balcón Eiffel sellamos un pacto
de asedio y conquista:
infatigable, irreductible y mutua.

Allí nos hicimos los mejores regalos:
la juventud, la alegría,
el tiempo y las promesas.

No viviremos si es el uno sin el otro.
No nos dejaremos vencer.
No nos faltarán las fuerzas para ayudarnos a seguir.
Y luchar, y vencer.
Esta vez sí.

Tus ojos serán los míos.
Mis manos te llevarán en brazos.
No respiraré si tú dejas de hacerlo.
No no no no será esta vida nada sin ti.

Ayer, justo ayer, te vi partir.
No ha quedado nada de mí sin ti.

Era cierto, yo también debo morir.

Y en otra vida
Volver a nuestro hotel
En la Rue Des Enchants.

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