martes, 7 de junio de 2011

ACONTECIMIENTO



ACONTECIMIENTO


Gracias a los que vinieron:
los que vinieron porque quisieron.
Quisimos que así fuera, que nadie quedase afuera.

También a los que no quisieron,
principalmente a éstos,
porque así no nos aburrieron.
Llueve sobre mojado y no estamos para fandangos.
Mejor así lo dejamos.
Los compromisos para quienes viven del gesto.
Del gesto la pluma el reloj la pajarita el bastón el sombrero:
gesto de llevar el bastón enseñando el reloj al ajustar la pajarita y la pluma en el sombrero.

Gracias a los que para la ocasión se vistieron:
atendamos a esta pareja con nuestras mejores galas,
sea porque se lo merecen sea porque nos da la gana.
Sea porque prometen, y tal vez los necesitemos.

Gracias a los de los vaqueros,
saben de mi espíritu rebelde, impulso de aventureros.

Gracias a los que viajaron, y medio planeta cruzaron.
Algunos, parece que aquí quedaron.
A los que surcaron los mares envueltos en su silencio.
Con una sonrisa muda. Callada que no fingida.

A los que tomaron aviones globos trenes catamaranes caballos barcos.
No era su viaje para ochenta días, tampoco de vuelta al mundo.
Aún mejor: la vuelta al abrazo de los queridos lejanos.
¡Qué decir después de tantos años!
¡Cómo no llorar, de rabia, mi hermano!

Gracias a los que nos guiaron los últimos pasos,
esos que son cruciales.
No vayan los contrayentes, en su esfuerzo final,
sentirse desfallecer.
A la lectora hermosa que con hermosa lectura,
de emoción tropiezo suspiro y gallardía,
de orgullo que se rehace y con valor recupera el ritmo que gana el pulso,
al púlpito hizo llorar.
Parecen ya muchas lágrimas, son todas de felicidad.

Gracias a los músicos que impidieron naufragara este barco
con tanta perla salada rodando por la cubierta.
Y reinterpretando nohayquellorarquelavidaesuncarnaval
reflotaron a la platea.
Dividida quedó esta tras el rescate:
oyentes alegres a la derecha, despistados a la izquierda.
Si acaso, algún infiltrado.
Es lo que tiene los intercambios,
cuando son tan interculturales.

Gracias a los abuelos, por ellos se hizo el festejo.
Y a los cuñados pesados. Ellos los que insistieron.

Gracias al vals de Hawley que nos sacó a bailar,
primero tímidos dos, luego envidiosos todos.
Y otra vez la platea dividida, la plaza embravecida:
al centro, salseros caribeños y europeos camuflados.
Valientes como toreros. Largos pases, mucho arte.
De sudor y ritmo. Arte sin lágrimas ni sangre.
Por fin.
En la grada, tímidos españolitos. Apocados de tanta bravura.
Tanta vuelta al ruedo, a hombros en trajes de coral.
Con luces de mar tropical.
Espectadores pasivos tapados con la timidez del respeto.
A estos también agradeceremos su presencia, pues,
¿qué hubiera sido de tanto artista sin público?

Gracias a los de la tierra austera. De moral regia y derecho foral.
Por poner el acento en el idioma correcto:
menos miamol te quiero y más dímelo en el encierro.
Con c de corazón y no s de corasón.

Gracias a los que dejaron la medicación para poder disfrutar.
A los que se medicaron, para lo mismo.
A los que medican, también por esto.
Que en toda la sala rebotaban, las risas de la mesa al fondo derecha.
¿Bebieron o se fumaron algo que en el menú de los demás no estaba?
A la mesa de los elegidos.
A la de los niños. Qué son, sino adultos comprimidos.

Gracias por los collares, brazaletes, colgantes.
Salvo que sean para colgarnos.
A las ropas de encaje:
otra excusa para quitarlos.
Gracias por las gemas, los billetes, los viajes.
¿Será una indirecta acaso, para decir vete y por aquí no vuelvas?

A los que huyendo del frío, buscaron aquí algo de calor.
A los que con el corazón frío encontraron, quizás, algo de amor.
¡Gracias a la televisión, por hacer de este acontecimiento indiscreción!
¿A quién se le ocurrió la idea, de no querer al mundo contarlo?

Gracias por venir. Más aún por marchar.
Gracias por ser. Y estar.

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