GENERAL RELATIVIDAD
Dos meses ha llovido desde aquella mañana en que,
por hacer de hombre con recursos,
me corté con el filo retorcido de una lata;
sardinas ellas que vivían como tal.
Accidente doméstico.
Las yemas sangran más de lo que tienen,
y como un cerdo, a cada uno lo suyo,
goteé desde el fregadero hasta el lavabo dejando huella
de que no albergo sangre azul en mi interior.
Es lo que hay.
Y qué: un drama para contar aquel suceso que comenzó entre sardinas
y acabó con las toallas. Tirándolas. Ganaron ellas, las sardinas:
me rendí.
Cuarenta y un días ha estado saliendo el sol inagotable,
desde que en una noche sin sol ni luna arremetí contra un zorro.
O zorra, no pude verlo ni verla. Obvio: sin luz… La carretera.
Es lo que trae.
Traíame yo desde La Alcudia a La Alcarria, pero no me llevé a ninguna parte.
El zorro, o la zorra, interceptó mi paragolpes mi delantera mi rueda izquierda.
Intercepté a su vez la cuneta del lado enemigo, o contrario.
Un árbol de especie a todas luces y sombras desconocida
me interceptó a su vez.
Y qué: una tragedia.
Adiós a mi carrera deportiva entre comarcales.
Accidente de tráfico.
Dos costillas y una nariz rotas me dejaron a la postre
más postrado de lo que hubiera querido.
No tanto como estoy desde hace tan sólo ciento sesenta y dos horas.
Que las cuento, no vayas a pensar lo que no es.
Otro episodio memorable:
Accidente Cerebro Vascular.
Con un nombre entre el drama la tragedia o el mutismo,
miro el techo de la habitación desde aquel día.
Y qué: nada puedo hacer.
Salvo pensar en que a mis accidentes anteriores
hoy los llamo anécdotas
que ya me gustaría repetir.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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