domingo, 15 de julio de 2018

ENTRE PROFESIONALES

ENTRE PROFESIONALES 


Él pidió un Gin-Tonic tonificante mientras esperaba en el punto de encuentro acordado.

Otra reunión para despejar incógnitas en derivadas que tal vez aporte algún dato significativo a la efímera existencia del vendedor de basura ajena.



La camarera, muy profesional, sirvió la copa:

de la sombrilla que adornaba el vaso colgó una etiqueta donde decía “Beber alcohol derrite el hígado y siembra tumores en el esófago que arraigan como la mala hierba“.



Roelius III pensó que no había mejor hierba que la maría, así que guardó el consejo en el paquete de tabaco, justo al lado de Fumar Mata para tener una frase que poner en su epitafio, y sorbió media copa como si fuera agua desmineralizada.

Sabía que su destino estaba echado. En realidad arrodillado, que viene a ser mucho peor:

humilla más. Mueren así los inocentes y él siempre quiso ser culpable.



Nunca tuvo fortuna con los negocios y sin embargo la vida no le regaló amores para compensarlo.

Era un tipo con un solo signo de suerte y la cara chunga de la moneda cayendo arriba por muchas vueltas mortales que le diera.



La cita no llegaba y en la juke box otro nostálgico de las emociones perdidas seleccionó “Same Old Scene “, de Roxy Music.

A Roelius III le pareció apropiado pues creía llevar ahí todas sus vidas.

Esperando su oportunidad o la de algún otro para comprar o robar la suya, pero siempre esperando.



Del taburete de al lado un tipo grueso como un barril de cerveza y borracho como otro barril de cerveza cayó al suelo cual redondo era.

Sonó a cucaracha reventada cuando se estalló la cabeza contra el reposapies de la barra.

La camarera, muy profesional, chasqueó los dedos y el par de gorilas de la puerta arrojaron al tipo al callejón trasero.

Entre cajas de basura y cubos de metal repletos de botellas vacías terminó de desangrarse hasta morir.

Nadie le echó de menos. Mujer no tenía las hijas le odiaban los vecinos le ignoraban el jefe lo despidió esa tarde.



La camarera, muy profesional, sirvió otra ronda a cuenta de la casa para que los clientes olvidaran rápido el incidente.

Tampoco hubiera sido necesario, todos eran de memoria frágil para estos y otros asuntos sociales.



Al tercer Gin-Tonic Roelius III ya tenía dudas de haber quedado con alguien para algo concreto. Extrajo su agenda del portafolios y en la fecha del día encontró una nota que decía:



Reunión en el Forget con Olvido para cancelar el proyecto. Renunciar a seguir intentándolo.

Abandonar cualquier intento de desarrollo personal y volver a la casilla de salida.

Todo está perdido.



La camarera, muy profesional, percibió el desaliento en el rostro de Roelius III y sirvió otra copa. Esta vez con dos sombrillas. Con el susurro de los amantes fugitivos, a su oído musitó:



- Ahora tienes tres opciones. Beber hasta reventar. Llorar hasta morir. Esperar hasta que acabe mi turno y quemamos la ciudad.

- Me quedo con el fuego. Pero entretanto llena esta barra de copas que voy a llorar y reventar.



En la juke box el aficionado a los temas desgarrados invirtió una moneda en “More Than This” y todos los solitarios aplaudieron.

Roxy trasladó sus conciencias a ese empíreo donde quienes merecen algo más se hace posible.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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