FUCKING SUCCESS
Tienes razón,
amor,
cuando afirmas con total rotundidad
que vamos prosperando.
Que hemos ganado experiencia con los lustros y son más sabias nuestras decisiones.
Y como ejemplo citas los años mudos en que hacíamos cola en el banco
de alimentos.
Sí, aquellos no fueron buenos tiempos:
los amigos nos torcieron la mirada desde la acera de enfrente.
Y nunca más la volvieron a enderezar.
No sé si ocurrió ahí que un caritativo deslizó El Manifiesto Comunista entre las patatas y el arroz.
Nos comimos a Marx a falta de pan. Demasiado insípido, cubrimos de sal aquel producto intragrable.
En un raro giro del destino yo encontré un trabajo de pinchaglobos en una empresa de fiestas infantiles.
Tú de soplaburbujas ganabas algo más, por aquello del efecto del jabón en los ojos era un trabajo de alto riesgo.
Juntando limosnas y propinas ya podíamos comprar la ropa,
de cama,
en tiendas de segunda mano.
Sábanas y mantas para cada semana del mes:
un lujo olvidado desde nuestros años de infancia.
No es que la abuela tuviese más dinero, es que su algodón era eterno.
Adiós a los cartones en cajeros automáticos.
Dejé los globos por el olvidado oficio de deshollinador:
había exceso de malos humos entre los inversores deshonestos.
Sobraba el trabajo, por tanto.
Tú viste la oportunidad de llenar esas pompas de jabón con sueños de futuro.
No había futuro en ellos y rápidamente desviaste la atención hacia las pompas fúnebres.
En grupos de diez se tiraban por las ventanas mis inversores cuando pinchó la burbuja de la bolsa.
Otra pompa.
Tú no eras capaz de atender semejante demanda de entierros rápidos, silenciosos:
nadie alardea del fracaso como nosotros,
será por costumbre.
En otra demostración de espíritu emprendedor, pasé del hollín a los atascos.
Escasean cañerías que traguen toda la mierda que nos rodea y me reconvertí en desatascador.
A ti se te ocurrió la idea de que también podríamos intervenir en los atascos de tráfico.
El alcalde te creyó y nos dio trabajo para dos años.
Con horas extras acumuladas por días de fiesta, nos alcanza para comprar la ropa,
de trabajo,
en bazares chinos.
Sí, amor,
vamos prosperando.
Ya casi soñamos con visitar Zara en unos años.
Será cuando nos permitan pasar de la puerta.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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