ESPÍAS
Hoy es un buen día para pasear al perro
Correr por el parque
Leer bajo las siluetas Top Model de los abedules.
Ver a las criaturitas,
de dios y de sus padres,
romperse la cabeza en los columpios.
Las madres gritando,
histéricas.
los tumultos de gente,
desquiciados,
las ambulancias a la carrera,
descontroladas,
la policía cortando el paso,
abrumada.
He dicho que hoy podía ser un buen día
cambiaré esto último:
Los niños sonriendo.
Las madres hablando,
solo de ellos,
con el resto del mundo.
La gente distraída,
entre brisas de otoño y sol de primavera.
Las ambulancias en el garaje.
La policía de paseo,
distraída,
descuidando su labor de sabotaje:
ciudadano.
Casi sin darme cuenta he iniciado el camino
de la liberación,
mental y física,
de la prisión de encontrarse a uno mismo.
Qué paradoja:
en un espacio cerrado,
¡hallarse tan perdido!
He esperado, he visto, he querido.
He desesperado por lo visto y malquerido.
He buscado en ninguna parte.
Sacudido el cesto de los muñecos con forma de doctrina,
pretensiones de letanía y espíritu de antífona.
He encontrado lo que no esperaba
espiando entre las rendijas de las persianas.
Hallado lo insólito
fisgando entre las grietas de cercados y vallas.
Familias enteras mortificándose,
en torno a un pavo,
el día de acción de gracias.
No daremos las gracias por todo lo que nos fue robado.
Fantaseé hasta la enajenación
con un mundo mejor.
Pura ilusión.
El mundo no era más que una bola de plástico
mal iluminada.
Y yo una mota de polvo atrapada entre fotones
y partículas de rayos gamma.
Se ha hecho la luz
dijeron los conserjes entre miedos y preces.
Hoy puede ser un buen día para salir de la cueva.
Terminar la hibernación
recomponer los huesos del cuerpo.
Encontré una placa de Petri
que escondía las coordenadas de la felicidad.
Junto a ella
un daguerrotipo con el rostro de una desconocida,
un poco mística, un poco empírica,
clavando sus ojos azules.
Vaya por dios, esto no se hace.
Tirabuzones infinitos en una maraña de rizos.
Casi, creí sentirme atrapado.
Sin duda, otro buen lugar para pasar el invierno.
¿Quién eres tú?, preguntó
.
Cien años más tarde
no sé qué responder.
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