DISTORSIÓN
El panadero hace bollos en el baño.
El fontanero reparte ostias, consagradas,
colgado de un alero.
La vaca sagrada en ensalada.
El bombero dirige la estación de Kings Cross.
Y todo el mundo hace la cruz y se santigua.
Hay un psiquiatra esnifando fluoxetina en cada esquina
del colegio. Del colegio de médicos.
Apostólicos y apóstatas.
Militares atienden a enfermos en hospitales de campaña.
Han caído todos en la última campaña.
La que los militares dirigieron, digirieron y parieron.
Las monjas suicidas hacen sustituciones en burdeles
mientras el niño del chupete golpea a su madre hasta matarla.
¡Por santa, por puta. Maldita la hora en que me pariste al mundo!
En el metro yonkis reparten margaritas y dinero.
A los viajeros.
Éstos esnifan las margaritas y se inyectan el dinero.
El revisor, el maquinista, el policía, todos se tiran a la vía.
Es estrecha y no se deja.
Ya no para el camionero en los burdeles.
Ahora se refugia en las iglesias.
Ancianas sordas le consuelan porque ya nadie le aguanta.
Ha cambiado la ruta el vendedor de helados calientes:
abrió mercado más allá del polo sur.
Sur o norte, da lo mismo.
El sol no sale por ninguno.
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