GREEN DAY
Hartos de derrocharnos amor como alcohol desinfectante
toda la noche
has salido esta mañana de mi cama como quien al diablo llama.
O lleva como tú prefieras que en esto al menos hay fácil consenso.
Tras el portazo como un tortazo al huir del cuchitril en que no sé
si vivimos o morimos
has abandonado sin querer o mal queriendo una bolsa gris de plástico
de esas para la basura gris que no es de plástico.
En ella, rebuscando en ella para comprender y conocerte,
que dicen por lo que tiras te diré quién eres cómo eres,
como un yonqui rebusca jeringuillas y un borracho sus cartones,
el historial resumido de tu paso mi paso
por esta senda de atontados con ganas de ser algo o no ser
cuando no ocurre algo:
un pintalabios a medio uso rojo pasión para las primeras citas
en que como pavos reales nos mostramos.
Cada pluma un asombro, un detalle un fino gesto un gran proyecto.
Rojo sangre de los amantes degollados es el otro medio que tiraste.
Dos paquetes de tabaco para tus besos de humo y fantasía.
Fantasía la de ser lo que no fuimos ni seremos:
los amantes eternos que tanto prometimos
entre mentiras y cuentos.
Un encendedor para inflamar pasiones.
O incendiar colchones con el otro dentro.
Las gafas que te empastabas para verme,
decías.
Y para no verme de ellas te desprendes,
digo ahora yo.
Un guante para tocarme sin contagiarte.
Una media erótica para ahorcarme o para ahorcarte
en el instante antes de llegarnos a los dos la petite mort.
Un perfume sin aliento una botella de absenta,
para los mejores momentos.
Una sobredosis de cocaína para perdernos dentro.
Un hola dos te quieros un adiós tres te odios.
Un ven un ahora un vete un vuelve un nunca jamás
un no te olvidaré un gran te olvidaré una verdad diminuta
en un collar de mentiras.
Una sospecha larga una tregua corta una guerra infinita.
Una decepción varios desencantos muchos desengaños.
Otra forma nueva de hacernos daño.
Unos zapatos que antes eran de tacón y ahora son de clavos.
Una pulsera para ser esclavos:
De nuestras ilusiones de lo que esperamos y nunca nos dimos.
Dos manojos de ratos:
fueron tantos los que desperdiciamos!
Querida mía amada mía toda tuya
te devuelvo la bolsa que olvidaste,
esta sí que ves de plástico,
para que la recicles que sé que tú eres muy verde
y la reuses no rehúses, con otro.
Puede que no tan sabio.
Puede que no más tonto.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
Hartos de derrocharnos amor como alcohol desinfectante
toda la noche
has salido esta mañana de mi cama como quien al diablo llama.
O lleva como tú prefieras que en esto al menos hay fácil consenso.
Tras el portazo como un tortazo al huir del cuchitril en que no sé
si vivimos o morimos
has abandonado sin querer o mal queriendo una bolsa gris de plástico
de esas para la basura gris que no es de plástico.
En ella, rebuscando en ella para comprender y conocerte,
que dicen por lo que tiras te diré quién eres cómo eres,
como un yonqui rebusca jeringuillas y un borracho sus cartones,
el historial resumido de tu paso mi paso
por esta senda de atontados con ganas de ser algo o no ser
cuando no ocurre algo:
un pintalabios a medio uso rojo pasión para las primeras citas
en que como pavos reales nos mostramos.
Cada pluma un asombro, un detalle un fino gesto un gran proyecto.
Rojo sangre de los amantes degollados es el otro medio que tiraste.
Dos paquetes de tabaco para tus besos de humo y fantasía.
Fantasía la de ser lo que no fuimos ni seremos:
los amantes eternos que tanto prometimos
entre mentiras y cuentos.
Un encendedor para inflamar pasiones.
O incendiar colchones con el otro dentro.
Las gafas que te empastabas para verme,
decías.
Y para no verme de ellas te desprendes,
digo ahora yo.
Un guante para tocarme sin contagiarte.
Una media erótica para ahorcarme o para ahorcarte
en el instante antes de llegarnos a los dos la petite mort.
Un perfume sin aliento una botella de absenta,
para los mejores momentos.
Una sobredosis de cocaína para perdernos dentro.
Un hola dos te quieros un adiós tres te odios.
Un ven un ahora un vete un vuelve un nunca jamás
un no te olvidaré un gran te olvidaré una verdad diminuta
en un collar de mentiras.
Una sospecha larga una tregua corta una guerra infinita.
Una decepción varios desencantos muchos desengaños.
Otra forma nueva de hacernos daño.
Unos zapatos que antes eran de tacón y ahora son de clavos.
Una pulsera para ser esclavos:
De nuestras ilusiones de lo que esperamos y nunca nos dimos.
Dos manojos de ratos:
fueron tantos los que desperdiciamos!
Querida mía amada mía toda tuya
te devuelvo la bolsa que olvidaste,
esta sí que ves de plástico,
para que la recicles que sé que tú eres muy verde
y la reuses no rehúses, con otro.
Puede que no tan sabio.
Puede que no más tonto.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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