NININOW
Tronaba AC-DC contra los vasos de güisqui donde una piedra de hielo
era el límite de agua que separa a los niños de los hombres.
Con las guitarras de Led Zeppelin y los aullidos de ASIA
ellas movían el culo apenas tapado por una breve falda de cuero y unas medias desgarradas. Cool Stevie Wonder.
Era lo moderno ser hostil con las normas establecidas y las costumbres
adormecidas.
En aquel tugurio de poca luz y muchos decibelios la costumbre
era fumar. También tabaco pero más de lo prohibido.
Trompetas de rubio y chocolate pasaban de boca en boca
donde tras reventarse los pulmones con una calada inmensa
saltaban a otros labios húmedos de alcohol secos de emociones fuertes.
Al segundo peta tercera copa cuarto disco ellos los más machos
del barrio de machos y ellas las más fulanas del barrio de santas
buscaban el encuentro donde terminar revueltos.
La suya era ese tipo de vieja revolución que solo busca sexo
por estar también en aquel rancio montón de lo prohibido.
Y lo que comenzaba como un festín de lenguas terminaba
salpicando las paredes de semen y gritos. A veces sangre.
Era el submundo de los adelantados a su tiempo.
De las emociones fuertes de los saltos al vacío para estar llenos.
Al tiempo, por Calle Prudencia desfilaban en santa ingenuidad
aquellos que aún cargaban mochilas de libros a la espalda:
otra procesionaria de exámenes por superar aguardaba
a este sumiso puñado de luchadores. O doblegados.
Beatos onanistas reprimidos por esas normas y costumbres
imposibles de quebrantar por los sin espíritu rebelde. O joven.
De cuando en vez, en el tumulto de los adelantados
algún intercambio de fluidos falto de control
arrojaba un saldo de embarazo positivo.
Tres rayas encendían la señal de alarma
después de que otro montón de rayas blancas
hubieran encendido todas las señales de la mente perturbable.
Nada que otro imprevisto viaje a las lóbregas clínicas privadas
del esquivo Londres semioculto no pudiera remediar por un puñado
de libras.
Costoso rápido sin jet lag. Silencioso.
Otro paseo por las nubes en asientos de segunda clase
para las clases con problemas a resolver fuera de casa.
Esas heridas del cuerpo el tiempo las cura. Las del alma…
Las del alma también que olvidar es de sabios y superarse
de combatientes.
Y el tiempo, ese mismo tiempo hizo más tarde de aquel batallón
de temerarios y chulos otro ejército de esclavos.
Tornando en dependientes los que agresivamente buscaban justo lo contrario.
De aquellos rebeldes por convicción hoy queda una muchedumbre
de perdedores sin conocimiento azotados por el látigo del capital.
En sus puestos de mando los beatos de las mochilas con libros.
Junto a ellos las mojigatas de boca cerrada y piernas juntas
aguardan tal vez su oportunidad. De ayer y hoy.
Preparados, titulados, opositados, los burlados por los viejos porretas
del sexo rápido y el rock and roll acelerado, redactan nuevas normas
en sus despachos de gobierno. Toman decisiones no tan difíciles
como revancha contra el sonrojo de aquellos años
de mofa entre coetáneos.
Con satisfacción y orgullo
desde sus oficinas de cristal lanzan en puntas de flecha miradas de curare
sobre una masa abigarrada y sucia
de obreros agotados. Maldicientes, negros de hollín y desesperación.
Sin ganas de sexo, sin dinero para güisqui y porros. Sin tiempo
para el rock and roll.
Las holgazanerías de ayer los sacrificios de hoy. Las alegrías de entonces
los lamentos de ahora: perdedores por decisión propia
rumian su mala suerte y votan socialismo o muerte.
Arrojando esputos de odio contra esos que ahora mandan, deciden,
se burlan, viven.
No los alcanzan: por los cristales doble pared antivandalismo
resbalan hacia el suelo los salivazos de veneno y hiel.
Peinan canas y calvas los desdentados hijos del rock & porro.
Rascan huesos y crían malvas los muertos hijos del rock & jaco.
Con las tetas ajadas de parturientas sobreexplotadas rozándoles el ombligo
limpian escamas en el mercadona; engordan sus culos de cajera desencajada
en el carrefour; reponen estanterías en el lidl o friegan con máquina y aburrimiento
en el beeme, las fulanas hijas del sex & vodka.
Apenas dos décadas después de las dos primeras de vida lujuriosa y licenciosa,
nunca licenciadas,
son apenas un preludio de la vida de pobres desgraciados cautivos que paciente
les aguarda como la muerte.
Solo la suerte de una buena quiniela o un partido indecente
remediará lo irremediable.
No pare el bombo décimos con premio para tantos sin fortuna.
Queda la desesperación la apatía el aburrimiento el agotamiento
el futuro escrito con letras de humo: negro neumático quemado en una autopista.
En inútil huelga que os mandará a todos la calle.
Queda perder o mal perder. La ruina o la derrota la resignación o la ira.
Queda la vana ilusión del camino fácil de los atajos hacia algunas metas.
Del golpe de suerte del reparto quizás injusto de la riqueza.
De las recompensas solo por estar en ese mismo tiempo lugar o espacio.
Pero en tanto no llega ese cambio gratuito queda el güisqui con mucho hielo
que es más barato y protege un hígado casi triturado.
Queda el humo de todos los porros para no ver el camino
que no será sino más de lo mismo:
riera de piedras espinas clavos para sus pies descalzos.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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