GERAFF
Estimada amiga, dos puntos.
En mi ánimo por hacerla a usted feliz sin esperar nada a cambio
-qué mentira más gorda digo aquí ahora que nadie nos atiende -
acompaño a este suyo-nuestro mensaje tristemente embotellado
una banda sonora que sin duda recordará como no lo hará conmigo.
Son los caminos del señor corazón, mente o deseo sin duda inescrutables
y donde pongo yo el clavo no golpea usted con el martillo.
Es su forma de no errar al asestar y ambos evitarnos el daño:
el suyo quizás moral, el mío quizás carnal.
No hay colaboración no hay mutuo concurso no hay compenetración
entre las partes.
No hay lo último de esto penúltimo y no seré yo quien diga por qué.
Pues en este juego del pretender, he pretendidamente prendido un alfiler en hueso
donde creí que había carne.
Olvidé que la carne no se sustenta si no hay hueso fuerte que la aguante.
Malgasté así su tiempo y el mío haciendo de estas negras capas un triste sayo.
Que no nos cubrirá ni las vergüenzas que perdimos cuando quisimos dar con la felicidad perpetua,
haciéndonos pasar por valientes sinvergüenzas.
Nosotros, temerosos de todos los fantasmas que engendramos
que como sombras cada noche nos persiguen.
Todo no fue sino un espejismo que como tal resultó ser nada.
No pasó nada no ocurrió lo inesperado nadie nos trajo la copa con el mágico elixir que nos revolviera la sangre y las entrañas.
Para bien y para mal pero era mejor esa tormenta de cuerpos enroscados
que la calma tonta de los amantes olvidados.
Deslizo la nota con mis datos, anotados,
antes de partir allá donde me quieran escuchar.
No es por esperanza pues bien sabe usted que poca tengo,
es tan sólo
por si cambia usted de parecer y quiere,
por alguna razón que hoy no concibo,
practicar el sano arte de hacer lo inmoral lo incorrecto lo prohibido.
Por ser ésta también otra forma de sentir
y decir con el tiempo:
Yo también puedo contar
hoy
los secretos que he vivido.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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