POBRES JÓVENES
Con veintinueve años una carrera dos máster media novia algo de trabajo y muchos gastos
Rubén acude todos los días a comer al mismo sitio:
céntrico lugar en la ciudad terraza amplia plazas libres vistas a la avenida y contiguas sombra fresca cómodos accesos.
Frío en invierno calor en verano agua de grifo baños públicos nulo servicio.
Come Rubén lo que en casa se cocina cada noche para la siguiente jornada excepto sábados.
En una fiambrera de aluminio atesora sus guisos. Menús pensados para tomarse fríos.
A la intemperie.
En el mismo banco.
Del mismo parque.
Día tras día.
No lo hace por diversión.
Ni porque sus compañeros de oficina sean... no más que compañeros de trabajo.
Sino porque no da para otro sueño su sueldo de becario.
Con lo que ahorra cada día en sus menús a la fiambrera
compra el del siguiente y le sobra para medio café corto de todo.
Así, jornada a jornada, justo a justo, miga a miga y sorbo a sorbo
acumula una pila de esperanzas que con nula esperanza piensa ver algún día realizadas.
Hay momentos,
cada cucharada más frecuentes,
que de la pila quiere hacer una pira.
Hoy puede ser uno de esos.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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