UN DÍA A LA CARRERA
" Que vivan los novios. "
- grita desde el oscuro tercio del cuarto trasero el más gañan de la fiesta.
Que vivan los novios y toda su parentela.
Artistas invitados y demás espontáneos.
Algunos oportunistas, aduladores, envidiosos, criticones e hipócritas del santo oficio de sonreír como idiotas.
Que vivan los novios y se guarden los besos para ese mañana,
donde pasados los días de gloria de rosas de bailes de brillo en los ojos de deseo en los labios de pelos engominados de lentejuelas y tacones como clavos
broten como mala hierba
del suelo innumerables espinas.
Con diseño de anzuelo para no perder
uno solo de los posibles tormentos.
Que vivan los novios y toda su parentela.
Por si no hubiera ocasión de volvernos a congregar
antes de la final voluntad del patriarca del clan.
No vaya a ser que con la lectura de su Último Testamento,
enseñen las navajas unos a otros para demostrar
que todos ellos le querían más.
A la novia hermosa como nunca, y que jamás volverá a cruzar similar cielo de estrellas
el padrino le ha pisado el vestido.
Ella ha dicho que no tiene importancia pero le hubiera matado allí mismo.
De padrino hizo un tío porque el padre no quiso:
Afirmó no sin razón ni apoyo conyugal,
que no soportaba al marido.
No hay odio sin recompensa,
así que tampoco los padres del novio tienen un momento de descanso
desde que esa zorra de pelo rojizo
les robó a la niña tonta de sus ojos maduros.
Ese que mucho antes de hacer de marido era,
apenas por el mérito de ser entre sus paridos el último,
su hijo preferido.
Había consenso con este favoritismo:
ni uno sólo de los cuatro otros hermanos pasó por alto el agravio.
Comparativo.
Y se despacharon agusto la última navidad.
De ésta hace ya más de un lustro.
El mismo tiempo que sin hablarse están:
no será éste un caramelo que les amargue el gusto.
Qué regusto el suyo ese de dejar de ignorarse
para odiarse desde el yo más profundo.
Que vivan los novios, esos hijos de Pura.
Qué puta era Pura pero nadie dio a tiempo el aviso.
Y ahora uno tras otro se envían consignas
de date por muerto antes de que acabe el santo sarao.
So desgraciado y ladrón que te has llevado a mi hijo con esa furcia
descarada y con la lengua más larga que un día sin pan.
A mi hija bendita con ese holgazán y vago
que nunca será otra cosa que nada.
Alza la espada la pareja de nuevos esposos
y el más osado de cuantos hay en cola para asomar en el video, les hace como un fino insulto la foto:
Caen al suelo pedazos de tarta que nadie recoge.
Son un símbolo de que nada importa este momento
ni los que vengan después.
Para el final del baile de lerdos
lo que cae al suelo son los borrachos y las torpes.
Ellos por haber pisado en exceso la barra
libre aunque cara.
Ellas, por pisar con exceso de tacón.
Afilado y barato.
Después de la pelea volverán a sus casas con la misma sensación de hartazgo y derrota
que terminó su último carnaval.
Tienen de plazo hasta la próxima boda
para criticar sin descanso
a los demás.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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