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martes, 26 de abril de 2011
MARY MARY
MARY MARY
Mary cruza la calle con prisa:
se hace tarde se hace tarde.
Cita a las siete con su compañero:
caballero silencioso ausente.
Tarde de cine, ya se verá si es de película.
Película de desventuras, como a él le gusta y a ella le aburre.
Mary accede y cede, como siempre.
Hace tanto que no le ha visto sonreír
que por él todo lo puede.
Lo conoció hace tres años, en una feria de muestras.
Ella se mostraba, él curioseaba.
El trato fue instantáneo, al primer golpe de mano.
Yo te amo ¿tú me amas? Pues nos vamos.
Aquella noche la pasaron en un motel de carretera:
poca conversación muchas risas cerveza de lata.
Nada de condones. Todo natural.
Después de tantos años de búsqueda
ya iba ella a rendirse.
¡Lo mío no son los hombres! Decía.
Cambió su suerte cuando él la miró con avaricia.
No sabía que era para mal.
Enseguida se mudaron a un piso compartido.
Compartido por ambos, porque él
pronto se convirtió en su compañero. De piso.
Mary ilusionada no quiso darse cuenta.
Le bastaba su sonrisa, la de ella,
porque él la perdió aprisa.
Mary lo resolvía con imaginación:
imaginaba que iban a bailar y él la llevaba
como un pájaro a una rama.
Que era él un marinero, fuerte y apuesto,
y le contaba increíbles historias de aventuras,
ahora sí,
de sus largos viajes por el mundo.
Que era cierto un amor en cada puerto
y ese amor siempre era ella.
Que eran felices y no podían estar el uno sin el otro.
Que tenían la vida por delante
y un bello pasado por detrás para con nostalgia recordar.
Que era su amor eterno y perfecto.
¡Imaginaba tantas cosas hermosas!
Miró el reloj, las siete treinta.
Otra vez se ha vuelto a retrasar, pensó.
Le llamaré, pero no le reñiré,
que el enfado le dura varios días y a mí la pena media vida.
En el móvil un mensaje:
te dejo. Avísame cuando empaquetes mis cosas.
Mandaré a alguien a por ellas. No me acoses
y olvídate de mí.
Mary cayó en la acera, pero fingió que se sentaba.
Tacón roto vestido manchado medias rotas.
Móvil hecho añicos. Su corazón, también.
Mary, al igual que los que han sentido el ahogo del abandono
antes que sola
prefería estar mal acompañada.
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