lunes, 2 de diciembre de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte LXXXXV (novela corta, de momento)



Fausto medita un momento la confesión. Luego pregunta:

-Y tu padre, ¿por qué no la despachó de casa? Hubiera sido lo mejor para todos.

-Menos para ella. Mi padre sabía que moriría en la calle si lo hacía. No tuvo valor para darle la espalda. Decía que para una vez que se la dio a mi madre la mataron. No soportaba ser culpable de otra muerte. Esto lo mataría a él.

-Vaya castigo.

-Sí, así fue. Un castigo. Con la estúpida mi padre encontró la penitencia que buscaba por la muerte de su primera esposa. Y se dejó arrastrar por la segunda. Humillar con la vergüenza de sus escándalos. Poco a poco se fueron acabando las fiestas, los actos sociales. Mi padre, que tantos amigos tuvo a todos los fue perdiendo. Nadie quería ver cómo la estúpida drogada le insultaba públicamente, diciéndole las mayores barbaridades. Al servicio también le insultaba, decía que se les notaba que habían nacido para obedecer; que no valían para otra cosa. Estos se fueron despidiendo uno tras otro. Mi padre los indemnizó generosamente, más por las vejaciones que por los derechos laborales. Daños psicológicos inaceptables, razonaba él sin que nadie le contrariase. Aprovecharon el momento y su debilidad para sacarle dinero.

Después descuidó sus negocios. Tanto que tuvo que vender la fábrica de calzado para pagar las deudas de sus otras empresas. Como la producción de tulipanes, que pasó de ser la segunda más rentable a la quiebra en menos de seis meses. Pero el rubí de su joyero siempre fue la empresa de calzado. Fuertes y robustas botas de monte. “Expertos en la protección de sus pies”, decía la publicidad.

-Pero…

-Sí. Bodysaver. Del tipo que usas. ¿O crees que no me he dado cuenta? Las identifiqué nada más verlas. ¡Cómo evitarlo si las he usado desde niña! En realidad, te perseguí desde la escala del barco por esas botas. No me pude resistir. Y al comprobar que viajabas solo me dije: ceci est mon partenaire. El destino lo ha puesto en mi camino por alguna razón.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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