COLECTIVIDAD
Haciendo caso a los cuchicheos de los otros
perderás la fe,
en lo que cojones sea que haya que tener fe,
las ganas de luchar y la energía de vivir. Y para
vivir.
No decidirás por ti mismo,
serás momento de inercia colectiva,
gregario de un equipo desunido y egoísta.
Te dejarás arrastrar por la corriente principal,
y si no te dejas será igual porque lo hará,
y esa gota individual, en tu caso quizás sin
contenido,
será una más en el océano donde se agitan,
porque se ahogan,
las masas: ahora toca hacer la ola.
Tu destino es el del resto
Tu trabajo colaborar, ahora toca hacer esto
luego eso.
Ahora toca lo que toca y nada más.
Puede que así tu vida sea tranquila, e incluso
te de algo de paz.
No brillando, mejor nada que poco,
entre la masa protectora de sardinas plateadas.
Se salvan los cobardes, los tapados y los
escurridizos,
de morir entre las fauces del pez grande.
Si te enfrentas a los sabios consejos y
habladurías de la gente,
necesitarás una gran fe,
en lo que cojones quieras tener fe,
y un extra de energía para luchar y poder vivir
entre tanto demás.
¡Tantas son las veces en que los demás están de
más!
Responsable de ti mismo y tus actos, grandes y
principalmente pequeños,
oxímoron,
verás cómo te enfrentas a la inercia del
momento.
Y los gregarios querrán nombrarte líder del
equipo. No para ayudarte,
sino para protegerse: la responsabilidad
siempre es del jefe.
Tratará de ahogarte la corriente principal,
romper lo que te hace único y libre:
la tensión superficial. Que protege tu
contenido del resto.
Llamativo quedarse sentado
cuando los demás hacen la ola echando espuma
por la boca:
¡A por él, a por él! ¡Que se cree diferente el
mequetrefe!
¡A por él antes de que se convierta en
importante!
Españolitos cautivos envidiosos siempre del
vecino.
¡Cuánto deberás luchar para seguir tu destino!
¡A cuántos dejar por el camino!:
lastre incompatible con la individualidad.
Olvídate de la tranquilidad y prepárate para la
guerra,
contra los demás.
Ser tú mismo puede que te de algo, pero no será
la paz.
Uno entre el grupo es el mejor remedio contra
el miedo:
individual y colectivo.
¿Y cuando el banco de sardinas se retuerza en
espiral?
¿Dónde quieres estar?
Mueren en solitario los valientes. Los otros, a
veces,
reconocen el mérito y aplauden.
¿Aplauden tal vez por haber muerto?
Maldito sea entonces tu destino.
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