-Influencias.
-Llámalo como quieras. Pero había un par de agentes dispuestos a representarme. Hasta que él enfermó.
-¿Qué pasó?
-Desaparecieron.
-No es por quitarte méritos… Pero entonces no tendrían tanto interés.
-Ya, eso también lo he pensado yo. Qué les hizo cambiar de opinión y esfumarse de la noche a la mañana.
-Uhm…
-¿Qué?
-No quiero estropearte la esperanza.
-¿¡Qué, mon dieu!?
-Mejor no. Te vas a enfadar.
-¡Merde! ¡Me voy a enfadar si no me lo cuentas! De hecho, ¡creo que ya estoy enfadada! ¿¡Qué es lo que ibas a decir!?
-Pues… Tal vez tu padre los pagaba por sus servicios. Por ayudarte.
-¿Qué! ¡Por quién me tomas! ¿Por una malcriada consentida! ¿¡Por una niña tonta de familia rica!? ¿Por alguien a quien papá le resolvió la vida gracias a su dinero e influencias? ¿Otra cabeza hueca nacida en la familia adecuada, con el apellido ilustre que abre todas las puertas?
-Te dije que te ibas a enfadar.
-¡Déjame! ¡Vete a la mierda!
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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