BURRITO CALIENTE
Es uno de esos días de primavera
en que antes de que rule el guion de la alegría por los acontecimientos,
el arquitecto de este tinglado oficial ha emborronado en el proyecto algunos cambios por azar.
O mala hostia.
Y un gorrión confundido por el reflejo se parte el cuello con el cristal de tu ventana cuando
estabas en el baño jodiéndote los dientes con un cepillo viejo y del susto te haces daño en las
encías y la espuma-baba se te atraganta y rompe una tos reactiva que proyecta de gotelé lechoso
el espejo donde no encuentras al bello adonis que fuiste o imaginaste ser ni vuelves a hacerte las
estúpidas preguntas sin mayor trascendencia que habitualmente figuran en tu repertorio de
gilipolleces cuando esta vez una mosca atrapada en el cuarto del día anterior se alborota con
tanto jaleo y sigues tosiendo y la espuma-baba se desliza por el canal respiratorio para explorar
qué se esconde en tu interior con un bloqueo minúsculo pero efectivo por el que llevas ya sin
respirar cuarenta y dos segundos tiempo más que suficiente para que un desgraciado como tú
sin entrenamiento a las apneas sienta que el aire que le falta es lo que un cronista diría en estos
casos de vital importancia o de letal amenaza mientras la mosca a tu alrededor da vueltas casi
tantas como las que tú dibujas atrapado en tus estertores sumergido en una nube densa de
confusión sientes el espasmo de la laringe y la fuga de fuerzas deja laxos los músculos de tus
piernas y vas a caer al suelo entre lavabo y ducha con un tirón de cortina que la arranca de cuajo
y desesperado sintiendo la tragedia te revuelves en el frío suelo e involuntariamente se te enrolla
la tela plástica que dos meses atrás adquiriste en el chino a muy mal precio toda llenita de horteras
dibujos de flores.
Flores para una linda mañana de primavera que traerá las flores que ya no verás.
Ciento setenta y seis segundos más tarde la mosca se posa sobre la cortina.
Quedan restos de alimento entre sus pliegues. Un buen bocado dentro
envuelto como una croqueta-burrito que ahora ya no eres tú:
solo es un cuerpo inerte que te perteneció.
Es uno de esos días de primavera que…
Que mala hostia tiene el azar.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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