SHOE-SHINE GIRL
La muchacha de la mirada fiera y la actitud hoscosa
fue escupida al mundo por una parturienta dócil pocos años antes
de que el cambio de siglo amenazara con su trágico final
de apagón y fin de fiesta todos a correr.
Aquel error de cálculo por los técnicos cualificados
no nos barrió del hemisferio norte para arrojarnos al sur del sur
y aún seguimos aquí contando unos y ceros como si fuera lo esencial
y lo primero.
Nadie sabe si esto es una suerte de suerte o lo contrario.
También la muchacha torva, también.
Para su desgracia y la de la parturienta:
una madre mansa que aún le pide perdón por haberla traído al mundo
sin su consentimiento.
Y a la que en esta escena de teatro callejero y vivo o muerto
ni se le ve ni se le espera.
Sí que tiene un papel importante la primera,
la muchacha adusta al fin protagonista
como ella soñaba y en la Gran Vía.
Nada menos pues no nació ella para sierva sino para reina.
Hoy hay Premier y la calle se llenará de estrellas.
La muchacha arisca conocerá a gran parte de ellas:
tiene un puesto fijo en este tramo de acera que lo ha ganado a fuerza de golpes
y mordiscos contra sus compañeras.
Es el canibalismo de quienes no queriendo vivir como personas
optaron por malvivir como fieras.
Tras años de arremeter contra el peor ejemplo que dice fue su madre
en su escala social de dime a quién conoces y te diré cuánto vales
la muchacha ceñuda afirma que la supera:
ejerce de limpiabotas para todo el que quiera,
servicio gratis para sus estrellas.
La novedad está en cómo la muchacha intratable oficia:
a cuatro patas cuatro sobre la baldosa y con la piel desnuda.
Contra ella limpian las suelas de sus zapatos caros todas las estrellas
y los baratos las que no lo son.
De agua en el asfalto de aceite de calle de grasa de autobús de mierda de perro
de chicles de niño de escupitajos de viejo.
De todo cuanto los viandantes con o sin destino van pisando por las aceras.
La muchacha rota hoy a veces piensa
qué pensará ahora de ella su parturienta.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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