DEEP DARK BLUE
Nunca sabremos qué llevó a aquella muchacha,
no tan muchacha cada día menos muchacha tiempo ha que no es muchacha,
a abandonar un futuro tan poco prometedor con un trabajo mal pagado en una
empresa de jefes relistos una hipoteca y media por soportar una interminable lista
de intentos fallidos pocos pretendientes el mejor comprometido y los liberados,
nulos. (Nulos de pleno derecho por méritos propios o más bien ausencia de ellos.)
Un regusto dócil a las compras por internet y la subsiguiente ilusión de abrir los regalos.
Una resignación a que ya está todo hecho y al mundo ella no le interesa.
Una solución que es una revancha para que sea ese mundo el que la mantenga.
Una sensación de que la escasa pólvora que guarda en su santabárbara está toda mojada.
Un océano de desencanto a su alrededor un pedazo de madera minúsculo en forma de
hombre ridículo al que aferrarse que no la salvará de su ahogo final:
pasó la oportunidad de su supervivencia cuando rechazó la última posibilidad de hacer
algo más que mirar y protestar de que nadie me da una oportunidad.
Nunca sabremos qué llevó a aquella muchacha a dar el golpe de timón definitivo
que la estrelló contra las rocas.
Hoy, en el lecho marino entre peces exóticos juega con estrellas de colores sobre praderas
de posidonia mecidas por las corrientes de fondo. Y sin nadie que la acompañe.
En el fondo, nunca sabremos qué fue de ella ni por qué ni cuándo ni cómo.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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