DE TODAS
SUS MEDIDAS
Amante oficial de letras y ciencias por igual
(y de los amigos que no se atrevió a tocar y desconocidos que ni osó mirar),
sin edicto previo ni carta de recomendación
se dejó una mañana crecer el pelo gris como sus días y largo como los años vacíos.
Antes ya había abandonado obligaciones sociales y a gritos despachado tanto a jefes como mediocres cargos intermedios.
Sentía que su talento estaba siempre al margen de consideraciones especiales o demandas inteligentes.
Optó por negar el conocimiento a todos esos lerdos que de soslayo la miraban. Para pedirle consejos a cambio de nada.
Agotada con esa colección de fracasos personales y miserias ajenas, apagó el mundo plano 2D con su control remoto y se tiró a la calle sin pensar qué tractor cruzaría en ese momento por la avenida Roma.
Hubo suerte,
al volante una cabra que había renunciado echarse al monte pues hacía años que el cuerpo le pedía playa.
Entendió gracias a una revista del corazón hipertrofiado que pulgas y garrapatas no apreciaban el agua salada.
Sin pensarlo subió a su cabina de un salto.
- Hola. Pasas en mi momento apropiado. ¿Acaso posees el don de la oportunidad?
- Hola. Lo sé. Sí. Yo soy Cabra. ¿Y tú?
- Yo no, pero lo intento. Gracias por preguntar. ¿Vas a alguna parte?
- Quisiera. Pero si no llego tampoco me va a importar. Es mejor morir en el empeño que seguir rumiando.
- ¿La hierba?
- No, los sueños.
- Razón tienes, Cabra. Acelera. Quisiera conocer ese mundo que debe estar en alguna parte.
- Vas sin equipaje.
- No quiero lastres. Lo que pretendo exige compromiso total y fe ciega.
- ¿En el más allá?
- No. En mí misma. Demasiados moscardones alrededor sorbiéndome la energía.
- Creí que las pulgas sólo eran cosa nuestra.
- Hay parásitos en todas partes. Pero no hablemos más y acelera. Tengo una urgencia.
- ¿Necesitas un retrete?
- No de ese tipo. Lo que tenía que evacuar ya lo hice en medio de la plaza. A la vista de todos, no quería dejar nadie afuera y ser acusada de clasista. Mi urgencia es más vital.
- Te entiendo. ¿Te gusta conducir?
- Sólo si es un beemeuve,pero perdí el carnet por exceso de puntos. Era demasiado buena para la policía de carreteras. Les estaba dejando sin trabajo.
- Perfecto. Nos turnaremos sin parar. Cuidado no te tragues la lengua en la próxima curva.
- Me he vuelto una deslenguada. No tengas miedo con eso.
Aquel pueblo olvidado de pendejos y calamidades estuvo haciendo batidas de búsqueda durante dos meses. Cuando se inició el curso escolar contrataron a una monja como profesora suplente y cada cual volvió a sus aburridas tareas diarias. La médium que decía saber dónde estaba el pozo de los deseos donde la desaparecida se había sumergido fue despedida sin sueldo. La policía municipal siguió persiguiendo coches mal aparcados y el alcalde volvió a decorar su despacho para impulsar la economía local.
El médico rural compró un nuevo burro para sus desplazamientos urgentes, el panadero otro molino de río para aguas más tranquilas, el veterinario se aplicó una vacuna experimental y le crecieron cuernos pero nadie notó la diferencia, su mujer le abandonó definitivamente ahora que sus aventuras se habían hecho vox populi, el amante de la mujer abandonó a ésta por falta de motivación, el cura excomulgó a los tres como forma de recuperar su autoridad, el carbonero bajó de la montaña con una oferta que pocos pudieron rechazar: a partir de ese día sólo haría carbón dulce para adultos con problemas de entusiasmo, el parque de bomberos se reconvirtió en un parque infantil por falta de incendios, los chinos del supermercado renunciaron a los precios bajos e introdujeron producto local, la pescadera abrió una perfumería junto a una pediatra sin título y ambas lograron desprenderse del mal olor, la poetisa autonombrada psicoterapeuta precisó asistencia psiquiátrica para corregir su adicción al intrusismo profesional, el músico callejero cambió ésta por el coro de la iglesia y las propinas mejoraron gracias a su habilidad para generar compromiso social, el periódico regional concentró su interés en las buenas noticias y las malas desaparecieron, el turismo regresó para limpiarlo todo y el ministro de medio ambiente y energía limpia concedió la medalla de buenas prácticas al municipio y sus animales.
Millones de curvas, miles de kilómetros, cientos de noches al raso, docenas de pinchazos, varios amantes de carretera, pocos momentos aburridos y sólo un par de excesos de velocidad más tarde, la cabra y la fugada disfrutaban con entusiasmo de su primera aurora boreal. Habían llegado a Cabo Norte por equivocación: creyó la cabra leer Cabro Norte y la ilusión de un nuevo amor ciego le condujo hasta ahí.
No se arrepienten, ciegas de entusiasmo y repletas de felicidad cruzan las patas y piden dos deseos: uno por cabeza que es el mismo sin que ellas lo sepan.
No volver. No volver. No volver. No volver no volver no volver no volver no vol… no… n...
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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