Y ½ LIMÓN
Yon miró a Limón y le espetó:
¿Tú para qué sirves?
Limón miró a Yon, y respondió:
No soy yo la duda.
Siempre fue mi sitio la nevera.
Yon se frotó la oreja pensativo:
No te hallo.
Limón rodó por el estante:
No soy yo el que está perdido.
Eres tú, que no sabes cocinar.
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