QUÉ BONITO
Y me atraparon las redes
y me asfixiaron en aire.
Y con escamas de hielo
me vendieron en carne.
Y me trincharon de un golpe
y me cocieron en sal.
Y me arrancaron la piel
para meterme en cien tarros.
Y amortajado en oliva
me cocieron de nuevo.
Y abriendo sus fauces
me engulleron sin ningún miramiento.
Y por mí no hubo lágrimas
ni responsos ni duelo.
Sólo uno dijo:
¡qué bonito tan bueno!
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