martes, 31 de enero de 2012

BEST SELLER



BEST SELLER





Un día de estos tengo que juntar mis papeles,
papeles ropa vieja cosas viejas recuerdos y trastos en general,
y escribir una historia. Mejor que no sea real.
Para que tenga un buen final, a ser posible,
feliz.


Un día de estos tengo que tirar lo que ya no me sirve.
Lo gastado lo usado y desusado lo olvidado.
Incluso, lo perdido.
Para hacer algo de sitio en el baúl de la conciencia,
y poder llenar de culpa el resto de los días.
Que la educación judeo cristiana no tenga un minuto de desperdicio,
que todo será por mi culpa mi culpa y mi gran culpa.
Y lo que no, también.
Tanta búsqueda de la paz a cualquier precio, es lo que tiene.
Pero ya sería bueno cambiar y que los mártires sean los demás.
Sólo para variar, lo digo.


Un día de estos tengo que hacer un resumen.
De los buenos ratos, este será rápido, de los malos.
De los regulares y, que no se me olviden los más importantes,
los fatales.
Con ellos elaborar una historia, mejor que sea novelada,
y reconstruir lo que fue mi paso por esta vida.
Mejor que sea ficcionada. Tendrá más pasión.


La dividiré en tres capítulos, siempre las trilogías me entusiasmaron:
Nacimiento. Vida y muerte. Olvido.


Al primero le dedicaré tres páginas: extraordinario el viaje de la inexistencia al mundo.
Inmerso, nunca mejor dicho, en mi propia dicha temporal. Mensual.
Arrullado a temperatura, salinidad y ph constante.
Defendido de toda agresión externa, incluida la peor:
conversación. Pura contaminación acústica.


Al segundo bastará con una. Pues qué es vivir sino morir.
-esto ya lo dijo alguien pero no quiero ahora recordar quién fue,
por aquello de los derechos y la genialidad anticipada-.
Podría empezar así: aquí vivió y murió quien no fue fulanito de tal
ni señor de cual ni hijo de ni esposo de ni padre de.
Aquí vivió y murió alguien que no fue.
Rápido y sencillo. Pura economía literaria y reducción de los recursos estilísticos.
Minimalismo estético y vital.
Y hoy en día, qué hay más vital que el ahorro de costes. Supervivencia obliga.


Para el tercero he pensado algo especial:
en una separata coleccionable,
publicaremos semanalmente las múltiples,
variadas e ingeniosas formas que, a medias entre la excusa y la necesidad,
hay para dejar oculto tras los muros del abandono a los amigos.
No digamos enemigos.
Con todo lujo de detalles, que se dice en estos casos,
y abundante información gráfica,
haremos ediciones especiales para coleccionistas.
Fans, fetichistas y seguidores en general,
a fin de satisfacer toda demanda, real o potencial.
Crearemos una amplia gama de artículos, atractivos de plástico inútiles,
para llenar estanterías y muebles accesorios en cualquier rincón de la casa.
Con el primer millón de ventas montaremos una cadena de televisión,
emisión codificada y sólo para adultos,
donde los atormentados, los solitarios, los borrachos, ludópatas y drogadictos.
En fin, los desesperados en general,
puedan consultar vía telefónica a minuto de oro,
cualquier estupidez que no tenga explicación.
En ella, el equipo de videntes, astrólogos
y calientapollas sacadas del reality show de mayor éxito,
entretendrán al comunicante el tiempo necesario para vaciarle las cuentas,
la vida y el alma.

Alcanzado este punto, y robado diez millones de almas,
cerraremos el chiringuito y nos esconderemos en una isla paradisíaca.
Paradisíaca fiscal,
donde poder disfrutar el resto de nuestra vida, ya olvidados,
de todo lo que nos pertenece.


Y lo que no.









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