INTENCIONES. Alguna buena
Has cuidado en no poner primero el pie izquierdo al levantarte de la cama.
Que sea hoy un día completo.
Mejorable como siempre, pero pleno.
No se cayó la pasta de dientes, no hay problemas de estreñimiento
y el agua de la ducha estaba caliente.
El azúcar del desayuno no se derramó. Tampoco el café te manchó el traje.
Una novedad.
No has olvidado en casa ningún papel importante.
Ni siquiera las barritas energéticas, dos: almuerzo y comida,
que la báscula ha sido amable y dicho que el esfuerzo está valiendo la pena.
Suave descenso constante.
El tráfico ha ido bien. En la radio
aquella canción que tanto te gustó en tu juventud. La habías olvidado
y la comprarás por internet.
Aparcar, a la primera y bajo techo. Pura lotería.
El celador te ha abierto la puerta con una sonrisa,
que tenga usted un buen día.
En la oficina, todos en sus puestos. Ninguna baja. Perfectos y al completo.
La nave zarpa.
Te han invitado a comer tres clientes. Has elegido al de la comida macrobiótica.
Para no romper tu buen rollo con el peso.
Y de paso, cerrado un trato pendiente. Dividendo que te quiero verde.
Tarde de footing con una amiga. Cena en su ático con las mejores vistas de la ciudad
y sexo sin compromiso.
De vuelta a casa, el taxista te ha traído por el camino corto:
un billete menos.
Metido en la cama con tu pijama nuevo
cierras el libro desconectas el televisor apagas la luz.
Pero al clavar tu mirada en las estrellas pintadas en el techo
vuelve a ti el momento de pensar.
En cómo vives por qué y para qué.
Refugiado como estás en tu aislamiento involuntario.
Y piensas, que hoy ha sido otro día de mierda.
Que aun teniéndolo todo, el vacío te llena.
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