ESCAPANDO
Arrojados a un mundo hostil con todo a su favor
para ganar
peleamos inútilmente en nuestro afán por
sobrevivir.
Dejándonos y perdiendo en el intento,
las ganas por seguir, amar. No defraudar.
Decepcionados con los giros de guión,
nos reubicamos al nuevo escenario.
Olvidando en la trasmutación el entusiasmo.
Y alguna lágrima reservada para momentos de
alegría improvisados.
Qué hacer con el juego de maletas reventadas de
argumentos para el escapismo,
la falsa huida. El camino accidentado hacia el
interior de uno mismo.
Cómo utilizar el billete para el largo viaje a
ninguna parte.
Se nos huye el tiempo persiguiendo proyectos
que nunca veremos realizados.
El programa de nuestra vida es un texto mal
escrito,
improvisado según el devenir de los
acontecimientos.
Tachaduras, correcciones. Letra ilegible y párrafos
incomprensibles.
Perdidas cientos de noches de insomnio tratando
de encajar
el abstracto rompecabezas de cada día: vajillas
rotas.
Sábanas ajadas. Ropa vieja. Toallas tiradas.
Dónde te vas que no me lo cuentas.
Dónde te escondes que no quieres decirme.
Tampoco la razón.
Te vas, no te alcanzo.
Si tuviéramos otra oportunidad de comenzar,
¿por dónde deberíamos empezar a destruir?
Separar lo que nos sobra es un buen principio
aunque arriesgado:
¿Y si lo que queda fuera nada?
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