IN
MEMORIAM
Ahora que ya estoy olvidándolo todo, voy a
escribir mis memorias
para no perder detalle de todo cuanto acontece.
Acontece o aconteció, esto no lo tengo claro.
Hoy o ayer qué más da, todo es parte de un
todo.
Empezaré por la infancia, que dicen es el
principio;
principio de toda vida que aguarda ser
completada.
Afirman que fui feliz, y aunque recordarlo no
puedo,
diré que es esto cierto: no hay infancia más
triste que la infancia que no se vive.
Diré que la viví plenamente. No quisiera yo ser
menos.
Esto es lo que me cuentan, creeré porque me
conviene:
no hay dolor más grande que recordar una
infancia triste.
Que corríamos por las calles en dirección a la
escuela.
Que corríamos tras las chicas y ellas de
nosotros huían.
Que corríamos al monte con nuestros perros,
pájaros, tortugas y gatos.
Que corríamos en bici a la piscina en verano.
Que corríamos corríamos y corríamos porque era
lo que mejor sabíamos.
Todo hasta que nos detuvieron:
los profesores la policía las normas el
disimulo las tortas la buena educación los curas los vecinos la escuela. El
temor al castigo. El chantaje emocional y la intimidación de los mayores.
Desigualdad en fuerzas y medios para ejecutar
la amenaza.
Obedecer y aprender. A resignarse y
santiguarse. Por si las moscas.
Cuatro esquinitas tiene mi cama y a dormir. Por
si las hostias.
La juventud llegó como las malas noticias:
pronto y sin avisar.
Sobre ella escribiré lo mínimo, no vayan a
recordarme todo lo que hice mal.
No vayan a reprocharme todo lo que pude ser y
no fui.
Por pereza por rebelde por informal.
No vayan a reclamarme todo lo que prometí y no
cumplí:
por imposible, por soñador y utópico.
En ella pronto nos ataron corto, no fuéramos a
liberarnos antes de ser esclavos.
No fuéramos a amotinarnos antes de subir al
barco.
Ese que parecía un crucero y resultó una
galera.
Tiempo de desengaños y esperanzas rotas.
Algún amor extraño y muchas tortas.
Tiempo de ser mayores con experiencia de niños.
De ser muchas cosas, probarlas todas, perderlas
también.
De soñar victorias para encontrar derrotas.
De hablar como héroes y comportarse como
cobardes.
De pensar que cambiaríamos el mundo,
y no ver que era éste quien nos cambiaba.
El día que me hice viejo ya era demasiado
tarde:
para darme cuenta e intentar remediarlo.
Tantos amigos murieron en el combate que aún me
pregunto qué hice para evitarlo.
Cómo esquivé los golpes que da la vida. Las
heridas para las que segunda intención no hay.
Por el camino quedaron personas y todas mis
cosas. Digo todas porque ninguna se irá conmigo.
Tampoco las personas pero lo obviamos: ofender
no queremos. Que nos duela, menos.
A las damas juego con mi memoria porque al
ajedrez no puedo. Hay demasiados elementos en juego y hoy tiendo a la
simplicidad.
Sólo como las fichas que se dejan porque
estrategias no tengo.
Ni tiempo ni ganas.
Es momento de ser niños con experiencia de
ancianos.
De ser un contestatario porque hoy no hay mano
que se nos levante.
No por ganas, sino porque la ley nos defiende.
Leyes que nosotros votamos.
De viajar de prestado, vivir del cuento que nos
contamos:
grandes cosas que no hicimos pero soñamos.
De acumular arrugas en el alma y cicatrices en
la piel quebrada.
De añorar y rompernos a pedazos.
Es momento de cagarse en todo y en todos.
Primero en uno mismo,
ya vendrá la asistenta a limpiarnos.
Es momento de joder con la muleta la bata el
cepillo. Sí, el de los dientes postizos.
De quitarnos lo que nos sobra y quedarnos con lo
esencial.
Tan poca cosa que hoy me pregunto para qué
luchamos si todo es tan banal.
Si solo vemos lo que flota, que es lo
superficial.
Es momento de hacer felices a los niños, para
que luego lo olviden.
De aconsejar a los jóvenes, para que no nos
escuchen y años después se lamenten.
De recordar lo que no nos duele.
Para lo otro ya habido tiempo: diría que la
vida entera.
De engañarnos y creer que para algo valemos.
Por ejemplo,
para escribir memorias.
Si hay alguien que nos las vaya dictando.
este es el que mas me ha gustado de los que he leido hasta ahora, que no son muchos pero como sandra esta leyendo tu libro yo de envidioso leo tus poemas, jajajajaaaaaaaaa.
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