H-G
Huelga decir que ha llegado el momento de
sincerarnos y contar la verdad.
Que verdad no hay más que una y a ti te
encontré en la calle.
Lo segundo es cierto, lo primero nunca. Pero
esto hace tiempo lo sabemos,
¿y qué podemos hacer al respecto?
Que la calle estaba repleta y algo serio va a
pasar:
de puerta en puerta, de portal en portal. Viene
a ser lo mismo pero más.
Que pasarán o no ya no es importante,
el resultado es lo sustancial. Y ahora es
siempre malo.
Toca joderse y callar. No vayamos a ofender con
la verdad,
y verdad hay más de una.
¿A cuál vamos a mirar?
No es ningún secreto que los monigotes del
sindicato,
en singular que sindicato solo hay uno pero por
él se dan tortazos,
por vivir bien fingiendo que malviven como tú y son con tu causa solidarios,
han esperado su mejor momento para salir a la
calle a reventar:
la paz social, la paciencia, los pactos que se
han hecho a nuestra espalda sin pactar.
A reventar contra el gobierno que ahora está de
guardia.
Este país es un hospital, y la sanidad dicen
que es gratuita,
otra cosa la salud, por esta hay que pagar.
En el cuerpo de guardia los nuevos consejeros
reparten abrazos y hostias,
según toque el momento.
Ayer nos daban besos con lengua, hoy nos
escupen en la boca.
Ayer nos metían mano y nos dejábamos,
escasos todos de sexo improvisado y de alto
riesgo.
Hoy nos meten mano para dejarnos en pelotas. Y
en la calle,
que siempre se ha dicho que es muy puta,
y el lugar donde acaban los tirados.
Por esto dicen que la calle es nuestra. Debe ser
que no la quiere nadie.
¡A la calle ni de paseo!
Pero ya nadie atiende este servicio de
urgencias,
demasiados en la lista para que seamos
socorridos,
y el país entero está en proceso de cerrado por
derrumbe.
Urge salir de las urgencias, y del país entero
huir,
no vaya a caernos encima el techo de la última
reforma.
Corren como ratones los sindicalistas progresistas,
locución que se ha vuelto indisoluble,
y la izquierda con bolsillo de derecha grita
ahora como nunca.
Perder el poder es lo que tiene: que no se
tiene y sienta mal.
Disfrazados de médicos y cazafantasmas
nos atienden los que inyectaron este virus:
Pérdida Total De La Confianza lo llamaron.
Expiden recetas magistrales e inoculan
medicamentos experimentales.
En el cuerpo de los enfermos que siempre son
los otros.
Nosotros, para más detalles.
Adelantan que viene un nuevo tiempo. En
realidad el tiempo ya ha pasado,
nos ha sido robado, y será peor que el
anterior.
Estamos contentos, sabemos que mejor que el
posterior.
No se consuela el que no quiere aunque no
siempre mama el que más llora.
También han secado las tetas de mamá, por si no
te habías dado cuenta.
Han vestido la ciudad los pancarteros.
Hemos vuelto a los panfletos, las manis, la plaza
caliente.
La plaza siempre está fría, pero bueno, haremos
que no nos duele:
un caldito y tan felices. Las perdices sólo las vemos de pasada.
¿Corren o vuelan?
¿Corren o vuelan?
Dejaremos el desfile de carrozas y los pasos de
semana santa para otro momento.
Es hora de desfilar con barricadas y moverse a
zancadas por la calle:
liebres para los antidisturbios.
Vuelta al hipódromo callejero, a las apuestas
por ver quién grita más fuerte.
Vuelta a la revuelta. Y así son tres.
Vuelta a las piedras, a los adoquines voladores,
las bolas de acero y las pelotas de goma.
A ver quién tiene más pelotas:
el manifestante desnudo o el policía con mirada
defensiva y actitud ofensiva.
Es el policía doble víctima: ciudadano
machacado
con el deber de machacar a ciudadanos. Trastorno
de personalidad inevitable.
Vestimenta de combate contra el manifestante
rebelde:
por opinar y quejarse. ¡Dónde se ha visto semejante
disparate!
¡Calla hijo de puta y paga tus impuestos!
¡No se te ocurra protestar y bájate el sueldo,
miserable!
¡De qué te quejas si permitimos que votes!
¡Muerto de hambre!
¡Trabajamos por vosotros y en lugar de
agradecerlo protestáis, so cabrones!
Las palabras nunca son suficientes para la
verdadera revolución.
Nada cambia realmente si no corre la sangre.
La cárcel y la pena capital son efectivas, no
perdamos el tiempo con debates.
Si siempre está vacía, para qué apoderarse de
la calle.
Ministerios, consejerías, delegaciones,
parlamentos, diputaciones, palacios diversos.
Oficinas: madrigueras de corruptos, fantoches y
ladrones.
Escondite de políticos, a derechas o izquierdas
por igual.
No hay
color que los distinga en el momento de la huida.
Y de sindicales. Por la subvención.
¿Pero qué te creías desgraciado? ¡Trinca la
guita y corre!
Es la Europa del bienestar: la protesta también
ha de ser subvencionada.
Si no hay ayudas públicas aquí no mueve el
culo nadie.
Nunca es buen momento para sincerarse y contar
la verdad.
Verdad hay más de una y a mí me parieron en la
calle.
empingaoooo, jejeee, aunque no hay solo una verdad, volaooo. Tambien me han gustado los pececitos de la derecha, jajaaaa.
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