TANTO
AMOR
Te has rodeado de gente que dice quererte y,
aún siendo esto novedad, sigues sintiéndote
ausente.
Ajeno a tanto entusiasmo repentino, a los
abrazos de amigos,
los besos de la gran familia, el inesperado
afecto de los vecinos.
Te persiguen de día y de noche las ganas de los
demás
por formar y ser parte de ti.
Y te parte siquiera que lo intenten.
Dejadme en paz malditos. ¿No veis que no me
bastáis?
Dejadme en paz malditos, que perseguís y
asaltáis mi soledad.
Dejadme en este paisaje vacío sin luces ni
sombras. Tampoco la mía.
Buscas entre los escombros de tus amores de
guerra
alguna carta perdida. Que te revuelva la
metralla y te saque las dudas,
a la sangre asesina con sangre suicida.
Todas las que te plantea cada día, tu vida de ausencia.
No hay carta, no hay respuesta. No hay consejo.
No hay nada.
Sí un montón de personas que no te sirven.
Gracias. De nada.
Y te dejas llevar por la fuerza de las cosas,
muchas y todas más poderosas que tú:
barcos de papel, pajaritas de papel, aviones de
papel. Muñecas de cartón.
De cartón piedra.
Se te secaron primero las lágrimas. Luego las
ilusiones.
No el amor:
no tuvo oportunidad de nacer.
Molesto es el ruido del enjambre de esos que
dicen quererte y,
aún siendo esto novedad, no saben lo que te
aburren.
Quieres recuperar tu tiempo, volver al punto de
encuentro
donde todo comenzó a perderse. Para,
sin moverte de él,
así al menos no quedarte sin nada.
Pero no hay ganas ni suerte que te acompañe.
Sí mucha rabia. Por verte tan acorralada.
¡Dejadla en paz, malditos farsantes!
¿No veis que estáis todos de más?
Dejadla en paz que quiere sentirse abandonada.
Dejadla en paz que hoy, quiere sentirse como está.
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