Sin llegar al mal humor del engañado, pero casi, extrajo esos dedos hábiles de su cuerpo y le dio un empujón. Otra vez contra el montón de ropa y chubasqueros.
-¡Ahí quieto!
Otra vez Fausto un coscorrón esta vez contra una pala de remo. Siente el sexo de él aún sin quebrar contra el suyo rehaciéndose de la ruptura. Muy caliente, duro, toda su sangre debía estar ahí retenida, bajo ese final que había pasado por toda su boca. Frota sus labios, sus otros labios, contra el miembro de Fausto, que busca ansiosamente una cavidad donde alojarse. Donde pasar el día y la noche si fuera necesario. Cuando ya lo tiene atrapado entre los labios hinchados y húmedos, se hace penetrar. Esta vez sí, por la única parte de Fausto que aún no lo había hecho. Expulsa un grito de sobrecogimiento que casi la desploma contra su pecho. Con los brazos extendidos y las manos sobre las costillas, mantiene la postura: cabeza erguida espalda inclinada piernas flexionadas cadera sube baja nalgas apretadas. Por las manos de él clavándole las uñas, aplicando su fuerza al movimiento sube baja, dándole velocidad. <
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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