El bote suspendido de los amarres, balanceándose como una hamaca. <
-Shh, escucha.
Pasos de varias personas. Parecen acercarse al bote. Los dos inmóviles, jadeantes sudorosos deseosos. Con los corazones a ciento cincuenta pulsaciones, y los sexos ardientes latiendo el uno contra el otro. Pero inmóviles. En estado de alerta y postura de camuflaje. Ruido de cerrojos, hierro pesado. Alguien ha abierto las puertas que conducen a las bodegas. Desciende por las escaleras. Un portazo. Silencio.
Charlotte sobre Fausto, él con las manos todavía en sus delgadas y bien definidas caderas. Ella abandona bruscamente la postura Andrómaca y se sienta a su lado. Mirando con deseo el sexo de Fausto satisfecho.
-¡Merde! ¡Tenemos que salir de aquí!
-Sí, será lo mejor.
-Pero… ¿Este?
-¿Este? Este te espera otro día. Vámonos antes de que nos encuentren.
-He perdido mi gorra… ¡Me van a descubrir!
-Es verdad… Ya sé. Tengo un gorro en mi petate, no es igual pero creo que te servirá. Espérame aquí.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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