miércoles, 13 de febrero de 2013

A FIN Y DAD



A FIN Y DAD


No sé cuándo cojones vas a aprenderte este ritual
y dejar de presionar para hacer lo que quieres:
ahora un paseo ahora un salto ahora la comida en el plato.
Y siesta y vuelta a empezar.
Y cuando te aburres, a jugar:
aquí estamos todos para hacerte disfrutar.
Vamos a la playa, oh, oh, oh, oh. ¡Pues no!

Aquí no va nadie a ningún sitio que no hay tiempo para fiestas
y sí mucho trabajo.
Trabajo del que duele, del que no da beneficios,
ni es recompensado.
¿Alguna vez te preguntaste para qué estamos juntos?
Tú para ser feliz y bailar cada día una milonga distinta.
Yo para cumplir con la obligación de tocarte cada día
una milonga nueva.
Y después todas las mías,
que no son milongas pero sí condenas.
Alguna, perpetua.

No sé cuándo cojones vas a aprender que aquí se hace lo mismo
cada día aunque no guste.
Porque no gusta lo evitas al evitarlo ya lo hará el esclavo.
Y casi sin darme cuenta ya estoy en otra trampa de la que salir no puedo
aunque sepa cómo hacerlo:
hay que deshacerlo todo y reescribir el último capítulo, todo entero.

Que no quede una coma que repetirse pueda.
A la coma le siguen las frases y a las frases la historia y ya estamos igual.
Tú bailando tu milonga, yo,
tocando los mambos.
Mambo qué rico está, ¡pues no!

Se acabó el mambo la música la fiesta la compañía el teatro.
En adelante a joderse todos que al final,
eso de vivir,
no es otra cosa que pasar malos ratos.
Y el bueno, olvidarlo.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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