ARTE DE SABIOS
Reunidos
están los expertos en torno a su mesa redonda.
Con diez
esquinas y múltiples aristas.
En el
centro del universo, de ellos,
han
expuesto la obra:
muda
desnuda presa.
Y aunque contemplada,
sin contemplaciones.
Sin
cuidados ni miramientos ni tacto ni paños calientes.
Nada de esto
importa que la obra es buena y sin sacar un arma
se defiende
sola.
Si pudiera
hablar a todos callaba que la tienen harta con tantas bobadas.
El crítico
de arte sobornado el marchante tramposo el periodista desinformado,
que por una
merienda copia al dictado.
El comisario
con su dieta con cargo al erario
organiza el
encuentro y a todos invita.
El galerista
entendido, que redondea los números hasta que cuadren las cuentas:
hay que
estirar al alza ese porcentaje pues aquí hay muchos que quieren su parte.
Y la obra
es buena pero sólo hay una y no da para tanto.
Se verá si
el artista hace otra.
El cliente
que atiende y finge que entiende,
si bien es
el grupo quien le asesora y explica qué siente.
Claro es
que por la obra, él sentir nada siente.
Salvo cómo
late y se agota su talonario de cheques.
Nada de
rebajas que el artista es bueno y aquí está el negocio.
¿Y el
artista?
No está ni
se le espera.
Que a nadie
importa qué es de su vida:
con un poco
de suerte con una soga se ahorca.
Pues no hay
mejor artista,
mejor no,
valioso,
que el
artista enterrado y bien muerto.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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