lunes, 18 de febrero de 2013

CAMPO SANTO




CAMPO SANTO


Y pides a las buenas gentes del lugar
que apoyen esa causa tuya que no es tuya que es causa comunitaria.
Y los parias mal paridos peor alimentados
con la leche agria de burras desquiciadas
hacen causa común contra tu causa por creer que es sólo tuya,
con la furia controlada de las fieras enjauladas
y el valor de los que cara a cara siempre huyen.
Con la envidia de los que nada tienen salvo envidia
que para nada valen por eso todo lo quieren.

Y por ellos sientes asco.
Y por todos los que dicen apoyarte
desde el rincón más apartado de sus cuevas
a la tenue lumbre de unas brasas escondidas
ocultos de las miradas de envidiosos;
pero más ocultos están por cobardía.

A tu funeral no irán por miedo
a ser vistos en la posición de apoyar tu causa perdida.
Y también por estos sientes asco.
Aunque menos que por aquellos que a la vista de todos te sonríen
tapados tras sus máscaras de plástico
de este mundo de plástico y cartón.
Tanto te sonríen a la cara como te acuchillan
cuando confiado tú les das la espalda.

Y ni con aquellos ni con esos ni con estos
harás causa común en esta causa que no es tuya que es de todos.
Al final de la contienda verás que te has quedado solo.
Y aunque hayas ganado habrás perdido
pues nadie quiere que le vean a tu lado.

En lo alto de la colina y con la espada vencida
ves el valle de muertos y teñidos de sangre los arroyos.
Y si bien los muertos bien muertos están por ser tus enemigos
te preguntas si alguno de los vivos mereció tal sacrificio:
aunque lo juren sabes que no, que no serán nunca tus amigos.

Amarga es la derrota por vencido.
Como amargos son los gritos de victoria
por hipócritas.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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