miércoles, 13 de marzo de 2013

CONFESIONES



CONFESIONES


Hubo un tiempo en que para tus dilemas demandabas asistencia
espiritual.
El cura del pueblo conocía además de tus pecados, algo peor:
tus secretos.
Chantajeado eras por el espíritu santo con la excomunión.
Perdiste la fe en un revés inaceptable de la vida.
Tanto rezo para tan poco bien, no valía la pena.

Con el tiempo y la economía sumergida afloraron tus dudas,
y pesares y cargas y depresiones,
en la noble consulta del psiquiatra.
Algo de psicoterapia y mucha serotonina,
aflojaron un poco las angustias, que no las preguntas.

Todo iba según lo imprevisto hasta que una inversión piramidal,
mal calculada,
te ha puesto al borde del naufragio.
Llámalo abismo si prefieres o a los pies de los caballos,
si te va lo épico.

Hoy lloras y te arrodillas y te confiesas y juras y prometes,
y suplicas humillado como nunca
en el innoble despacho del director de esa sucursal de confianza
amiga de toda la vida queremos ser tu banco.

Quiere ese mediocre empleado con aires de importancia
que a cuatro patas tú seas el banco:
para sentarse él y lo que fuera menester.
Según el gusto los caprichos o los vicios del amo.

De todos los secretos confesados a lo largo de una vida de sobresaltos
los que destapan el colapso final de tus finanzas, cómo adivinar,

que iban a ser los más amargos.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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