CARTA SIN SORPRESA
Dice un antiguo amigo, de esos de toda la
Bueno, de los de media vida ya he dicho que era antiguo
y hay cosas que por antiguo se olvidan.
Amigos de fiesta, de paseo, de váyase usted a paseo.
De cafés, amargos, y más de una caída sin intento de recogida.
Amigos por tanto que no estuvieron donde debían
y sí donde convenía. A ellos, que son su mejor amigo.
Dice mi amigo ahora que no importa ni jodida falta que hace
porque amigos no somos,
no porque él no quiera que es porque no quiero yo,
que no que no y que no me da la gana que basta de hipocresía
y de fingir que nada ha cambiado. Yo sí él no.
Es en realidad lo contrario: nada es como fue ni será.
Que no necesito amigos que huyen cuando los necesito.
Que desde la orilla del río sonríen cuando te estás ahogando.
Y no se mojan un pie no vaya a estar fría el agua.
¡Mira tú si se cogen un pasmo!
Que cuando caí en el pozo a la boca ni se asomaron.
No vayan a darse cuenta de que el del agujero es su amigo.
¡Mira tú qué compromiso!
Tampoco a las vías fueron cuando me trituró el mercancías
ni siquiera a recoger mis pedazos.
No hablemos de pagar la fianza
impuesta por ese juez endiosado,
¿queda alguno sin subir a los cielos?,
que para la amistad hay rangos
y avanza el dinero en cabeza.
Si aprecias de verdad a tu amigo mejor no le pidas dinero.
O te quedarás sin ambos.
Dice el que se cree mi amigo,
que ya no lo es yo lo sé es él quien no se quiere dar cuenta,
no sé si es por su soledad o por callar la conciencia
que…
¿Qué es lo que dice ese tipo? Uhm…
Ya no lo sé. Se me ha olvidado.
Entonces, nada importante.
© CHRISTOPHE
CARO ALCALDE
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