EL VIAJE
Sabrás que tienes la
aguja clavada en el brazo porque la veas, no porque la sientas. El efecto de la
Quetamina. Tus músculos aún responderán débilmente a los estímulos, a pesar de
la insensibilidad al dolor querrán reaccionar. Reaccionar a la agresión, que no
al afecto. Ese tiempo ya pasó.
Igual que tu mente.
Todavía despierto, tendrás sobre ti un aséptico techo pintado en verde. En tu
caso será verde desesperanza: significa que no verá más ese color. Tampoco el
techo. Inmaculado y limpio como el resto de la sala.
Te acompañarán dos
personas en ella, uniformadas elegantes. Sigilosas mecánicas. Harán su trabajo
con el silencio de los autistas y la rutina de los relojes: a la hora señalada
el protocolo asignado. Desplazándose con la parsimonia del aburrimiento y la
gravedad de un velatorio, sobre un suelo blanco y negro brillante impecable.
Así dispuesto por ser el
blanco demasiado luminoso: poco apropiado para ese oscuro momento.
Negro demasiado
siniestro: excesivamente apropiado para ese oscuro momento.
La combinación de ambos
da el resultado perfecto: contención del miedo y relajación de la emotividad.
Que nada distraiga el devenir del proceso.
Verás de reojo que las
gruesas cortinas que las paredes cubren no ocultan paredes, sino cristales.
Será una pecera tu sala de espera. La del suelo damero y techo desespera. Los
testigos, afuera.
Autoridades burócratas
justicieros resentidos vengadores. El comité de apolíneos, se llaman a sí
mismos. La mascarada de los pecadores, los llamamos los otros. No te creas su
cara de preocupación y disgusto: todo es mentira porque son siempre los mismos.
La costumbre hace callo en el alma. Ellos, ya no la tienen.
Acabado el festejo
sonrían se abrazan se entusiasman y quieren. Volver a repetir.
Anunciará una campana
el final de la fiesta, no será para ti. La fiesta, sí el final.
Pero antes, en tu
pecera sin agua otra aguja te atravesará el movimiento. Dejándolo quieto.
Pasarás de no sentir a no saber qué se siente. Sentirás, que tu cuerpo está
ausente. El efecto de la Clorpromazina.
No será cierto, y será
peor para ti. A esto, lo llaman sedación paliativa.
Tu cuerpo es tu última
cárcel. Como de todas, querrás huir. Como de ninguna, no podrás.
Los relojes que a tu
lado dan vueltas no abandonarán su misterio, seguirán siendo las personas más
muertas del mundo. Pues qué han hecho de la muerte sino su modus vivendi. Modus
mortis podría decirse.
No los verás, ni
siquiera de reojo los verás, pero afuera de afuera, en la calle, habrá
protestas y prensa. A favor y en contra que para todo hay de todo.
Los hambrientos de
muerte gritarán pidiendo justicia. ¡Justicia! Qué palabra tan gruesa en este
mundo de obesos: de cuerpos de grasa con mentes de sebo. Gritarán cuanto puedan
para callar a los que tienen enfrente: alelados ingenuos primos parientes oportunistas
simples. Reclamando con pancartas y velas el final de la historia. Otro final
que el ya redactado.
En grupos de a tres o
de treinta rezarán a su dios de los injustos, ese que dicta quién vive y quién
muere tan sólo porque así él lo quiere. También llamado, el dios del
aburrimiento. Quiere o no quiere es todo una farsa, surgida en la alucinación
de un hombre comparsa. Por antigua dada por cierta. Por interés, también.
Por los datos y las
pruebas halladas, falsa. No interesa seguir investigando este crimen, mejor
cerramos las muertes y las heridas causadas, en falso.
No pienses en ello que
ellos no piensan en ti. Abducidos por opinadores oficiales y dictadores de
sentencias: verbales y escritas. Nadie como ellos sabe lo que está bien y está
mal. Nadie como ellos puede hacer tanto bien tanto mal.
No creas a nadie que
nadie te conoce y a nadie le importas. Es el circo lo que vale. Con pan o sin
él.
Tu mente para entonces
ya estará liberada. Y te verás a ti mismo desde un lugar sin mundo ni nombre.
El cuerpo en el que has vivido dejará de ser tuyo. Será el efecto del Fenobarbital.
Para adentrarte en la mística habrás abandonado la física. Será temporal.
En ese viaje sin cuerpo
de espíritu, quizás encuentres al espíritu santo. Házmelo saber si esto ocurre:
guardo un montón de mensajes que me fueron devueltos.
Como ente sin organismo
ni mente podrás colarte en el cuerpo de otros. De todos los otros. Quizás te
interese saber qué pensamientos esconden los dos relojes que a tu lado dan
vueltas y obedecen. No te lo aconsejo, te disgustará lo que veas.
El más alto es un
sádico. Ganó la plaza por concurso de méritos: mató a veinte de los nuestros, y
no fue juzgado por ello. Obedecía órdenes elevadas.
El enano un psicótico.
Se escapó de un psiquiátrico haciéndose pasar por médico: inyectaba Quetalar a
sus víctimas. Luego las violaba. Después las mataba. Para no molestar. A las
víctimas sus recuerdos y su familia. Pura humanidad. Hombres mujeres niños
ancianos. También ganó la plaza por méritos propios y es hoy un rehabilitado en
esta sociedad de los monstruos.
Asqueado atravesarás
los cristales para conocer los testigos. A algunos, reconocer.
El primero de la fila
es el juez. Y un juez de prestigio. Con carrera de pederasta y prácticas de
zoofilia. Sólo entre sus amigos no esconde sus vicios. Con todos y gracias a
todos obtuvo su oficio.
Uno de esos amigos está
a su derecha: alcaide hijo de asesinos padre de ladrones esposo de putas.
Abusador de profesión, en su prisión. Nadie le culpa por ello. Hace un trabajo
ejemplar: reduce las fugas y las estadísticas. También el número de presos,
esto ahorra dinero y gusta al gobierno. Y a la sociedad complacida con tanto
regalo de presos y muertos.
En la segunda fila hay
una mujer especial: de esas que le dan al oficio. Quizás por vicio, sí por
ineptitud y descaro. Es tu abogada de oficio, que por sus malos oficios estás dónde
estás y no porque debas estar. Para siempre, la recordarás. Tu mismo final le
desearás. Que conozca lo que es la justicia perpetua con sus leyes provisionales.
En las cabezas de la
fila tercera poco hay que no sepas.
El capellán es un
ludópata disfrazado de logopeda. Hace juegos de magia con la cruz y el
martirio. Chantajea a sus feligreses con el fuego de la perdición. Y una gran
retahíla de maldiciones y amenazas con sobredosis de coacción. La costumbre
hace el hábito, habituados están todos a oír sus fanfarronadas. Y bufonadas.
Los padres de la
víctima defraudan al fisco, roban a sus clientes y son los peores vecinos.
Él la engaña, ella bebe. Juntos, muerden. Cuatro años han pasado desde que no ven a la víctima. Ni ellos mismos lo sabían porque no les importa. Sí ahora: momento para el melodrama y el fingimiento. Después llegará la indemnización del estado. Solidario en la mojiganga.
Él la engaña, ella bebe. Juntos, muerden. Cuatro años han pasado desde que no ven a la víctima. Ni ellos mismos lo sabían porque no les importa. Sí ahora: momento para el melodrama y el fingimiento. Después llegará la indemnización del estado. Solidario en la mojiganga.
Los amigos, al lado.
Con el brazo en el hombro afectados y comprensivos; con afectación…
comprensivos. Descubrirás que en sus recuerdos hay mucho de envidia y nada de
conciencia. Averiguarás con espanto que están convencidos de que, con los
padres de la víctima ya se hizo justicia. El día que aquella murió.
En la última fila hay
tres policías.
El homosexual tiene dos
hijos a tiempo parcial: lo divide entre su mujer y amantes. Ellos lo saben,
ella no. Porque no quiere. Prefiere no mirar y cobrar: sueldo, extras más
incentivos. De él, el dinero; ella decide el destino de los incentivos. La
incentiva.
El de los brazos
fuertes lo están porque fue leñador antes que poli. Se ganaba la vida cortando
troncos quemados de árboles arrasados en incendios provocados. El pirómano, era
él. Abandonó el amor a la lumbre de garrote por el amor al garrote. A garrotazos
atiende.
El gordo lo es por
bebedor y por vago. Sólo come pizzas, revienta a cerveza y se masturba frente
al televisor viendo partidos de baloncesto. Le van los tipos altos, y fuertes,
y delgados.
Te aconsejé que no
espiaras los cerebros y los secretos de la gente. No te iba a gustar.
Yo ya lo hice.
Huirás de esta escena
terrible de mentira y de muerte, no sabrás dónde esconderte. ¿Cómo hacerlo
siendo una sombra de la materia?
No te aflijas, nada que
valga la pena has perdido. Sin darte cuenta has entrado en un mundo perfecto.
Gobernado por el único poder que merece respeto, con leyes que no se pueden
romper porque no son leyes cualquiera escritas por cualquieras.
Hablo de la física.
Sólo abandonada por un corto momento, te lo dije.
El enorme espacio vacío
que has de compartir por los restos, del espacio y del tiempo, será para ti la
mejor experiencia: la de un hombre hecho mente que se volvió antimateria.
Átomos protones electrones quarks partículas parientes cercanos que creías
lejanos. Visita y parada a la familia que nunca defrauda.
Te asustará su
frialdad. No te importe, dales tiempo.
Tenéis, para
entenderos, la eternidad.
Te dejo en la tabla
periódico mi dirección, estoy entre Americio y Laurencio, como ves parientes
del pueblo. Soy un enlace covalente. Diferente.
Para cuando quieras hablar.
Hoy estás muy callado.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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