FAMILY CONSPIRACY
Ella trama
él no sospecha:
que ella no
puede hacerlo y que a él no le inquieta.
Tantos los
años juntos en el mismo barco protesta,
cruzando el
canal de la mancha contra viento y marea
como en las
grandes novelas,
es el
escenario perfecto para la unión duradera.
Ya se verá
si perfecta que perfecto no hay nada ¡y a quién le interesa!
Ella busca
una mesa para jugar a dar golpes:
unos por
los que la vida da otros por los que se devuelven;
se diría
que ahora estamos de suerte son menos los que se reciben.
Ya hubo y
habrá tiempo para lo contrario,
mejor será
disfrutar el momento que si bien no es perfecto
que nada lo
es aunque lo parezca,
vamos a
aprovecharlo que esta puta vida quita más que lo que da.
Ella pide
ayuda al señor de la madera de roble.
Por afinidad
complexión y atracción que es casi un hechizo.
Y castaño y
fresno y pino y haya y…
Al señor de
los bosques.
Que pasó
varias vidas y todas las que quedan
fabricando hermosas
piezas sólo con madera muerta.
¡Quién iba
a imaginarlo cuando empezó siendo niño
subido a
una burra atando fardos de leña!
El señor de
los bosques al principio y al fin:
lástima que
también supo verlo algún socio interesado
y descarado
que le robó a la cara la sabia.
Él busca y
encuentra una buena mesa para dar fuertes golpes:
a hostias
con la vida y como siempre.
¡Será puta
esta mesa que tiene una depresión en el centro!
¿Será un
pliegue en el espacio tiempo?
¿Viajaremos
por fin a todos los lugares del mundo?
¿Podremos
ver desde aquí, cumplidos los sueños que tuvimos de niños?
Con habilidad
fuerza e ingenio resuelve el buen hombre este conflicto esotérico.
O místico o
físico cuántico o metafísico:
ya podemos
liarnos a hostias con las bolas del destino
y quién
sabe si cambiar lo que no nos guste del camino.
Si esquivamos
del pasado sus tropiezos,
qué nos
impide elegir del futuro sólo los aciertos.
Es todo un
misterio para la neurociencia
saber qué
hizo de aquellos niños mal criados
adultos tan
bien aprovechados.
En este
entreacto son llamados a escena los sobrinos.
Uno que lo
es por reglamento y años.
La otra que
lo es por contagio.
Él se mete
en el papel y en el juego del engaño:
¡Si hay que
dar hostias!
Ella se apura
y con cara de palo protesta;
a vueltas
otra vez con la madera ya se ve.
Y de la
maniobra culpa al que tiene más cerca.
Con añagazas
argucias subterfugios y trampas elaboran una tosca emboscada:
abrir fuego
a discreción contra el sujeto pasivo paciente,
y con
munición de fogueo que si bien no mata molesta.
Más de
trescientas preguntas sin jugo ni gracia por segundo de ráfaga
en el
idioma de su graciosa vieja majestad.
Con majestad
el embaucado contesta.
Con ganas
quizás de marcharse de tan ridícula obra.
Torna la
noche cada ratón a su nido
que mañana
será otro día y hemos de empezar la partida.
Esa que
consiste en dar palos a las bolas
de la vida.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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