MONTERÍA
¿Y no
quedará un resquicio por el que poder escapar
de esta
trampa para osos donde caímos engañados?
Perseguidos
por batidas de cazadores caníbales
sedientos
de sangre tibia
hambrientos
de carne humana en su punto crujiente a la parrilla.
Aquí en
esta enorme fosa quedan los huesos
de los atrapados
antes que nosotros.
Muertos de
sed y hambre.
Desangrados
por las heridas de flechas lanzas y balas.
Hombres que
no se enfrentaron, hombres que huyeron.
Que murieron
en el intento vano
de poner
entre el enemigo y ellos,
tierra de
por medio.
Pero toda
esta tierra ya tiene dueño y éste sólo la quiere
para enterrar
a los muertos.
Que no son
sus muertos que somos nosotros.
Que esto le
divierte que él no morirá nunca.
El poderoso
tiene los medios, siempre,
para aniquilarnos
y para perpetuarse.
El oprimido
pone el sudor la sangre la carne los muertos.
Y morimos a
cientos y a nadie le importa y en el agujero estamos todos.
Esperando que
nos llegue el turno
de abandonar
quizás por fin quizás sin remedio
este
tramposo mundo.
Debemos cuanto
antes liberar el espacio pues en la pugna por sustituirnos
más dóciles
y a más bajo precio
hay ciento
por uno.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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