DESAYUNO CON DIAMANTES
Soy un hombre de mi
tiempo. Aunque si éste no me pertenece,
más bien es todo lo
contrario, debiera decir de Su tiempo.
Reset: Soy un hombre
del tiempo.
Tampoco. Llueva nieve
haga frío calor truene vengo a significar lo mismo:
se escapa el tiempo.
Me rindo: Soy un hombre
sin tiempo. Atemporal, tal vez moderno,
puede contemporáneo. Quién
sabe. Lo intento.
Todo lo pruebo para no
quedar obsoleto.
Desayuno leche de petróleo
y tostadas con parafina.
Hago uno hora diaria de
ejercicio metido en la rueda del mundo;
esa que sólo da vueltas
sin llevar a ningún sitio.
Trabajo en una mina a
contaminación abierta:
extraigo con mi buldócer
mineral de litio para intoxicar las aguas.
Y reducir la población.
Es mi altruista aportación
al control antiplagas,
que tanto demanda el gobierno.
Tras diez horas de
trabajos forzados quedo con los compañeros,
que no amigos,
y nos emborrachamos con
aceite quemado.
El día de cobro hacemos
un extra y esnifamos polvo de diamante,
comprado a sobreprecio
en metalúrgicas Santa Águeda.
Cuando el dinero
escasea, viene a ser el resto del mes,
nos conformamos con
polvo de cemento.
Los más enganchados se
inyectan viruta de tuerca,
pero les rompe las venas
sin desintoxicación posible.
Pasamos la tarde entre
chistes negros y comentarios ácidos:
debe ser por la tapa de
hollín cubierta con salsa de silicona,
que regalan con la
bebida.
O quizás por los
bocatas de goma quemada que prepara la cocinera.
En extra de salsa
lubricante por si hay quien se queda con hambre.
Ella es una mujer
gruesa como el centeno y entrada en caries como los años.
Sabe lo que se hace,
por tanto.
Al caer la noche, y
cuando ya empezamos a vomitar sangre
como hidráulico de
cajas automáticas,
la Policía Por Un
Conflicto Sostenible nos detiene.
Amordazados con goma de
neumático nos devuelve con asco
a cada uno a su hogar:
en la barriada de las escombreras.
Chabolas de peregrinos
obreros emigrantes y refugiados.
En ocasiones, hacemos juntos
un fuego de campamento
que avivamos con
nuestro aliento. Para matar El Tiempo.
Sí, soy un hombre de
hoy.
Soy el hombre
hidrocarburo.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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