MUNDO SUBMARINO
Desde que caí en el
alcohol ya no es la misma mi vida.
Me siento entumecido,
paralizado diría ante
el mundo que a mi alrededor gira.
Y gira y gira mientras
yo no me muevo atontado.
Parece que estuviera
muerto.
Adiós a la vida en el
campo, a correr, sentir el sol en la piel
cargándome de energía.
La brisa de la mañana, la lluvia fresca.
Las tormentas sin
tiempo para esconderse.
A ti. Adiós también a
ti, compañera.
He perdido el olfato.
Los ojos los tengo vítreos. Lo oídos tapados.
Reconozco que estoy prisionero
por culpa de la botella.
La reflexión de la luz
hace que vea todo distorsionado.
Adiós familia. Adiós
amigos. Echo de menos incluso
a quienes fueron
competidores. Huir de ellos o perseguirlos.
Añoro olfatearnos, mi
amor. Y enroscados rodar por el suelo.
Subir a los árboles
saltar de piedra en piedra. Mirar volar a las moscas.
Disfrutar del desierto
y el bosque.
Yo, que de ríos y
charcos huía por temor a morir ahogado,
en un líquido ardiente
y desagradable sumergido me paso el día.
A esto lo llaman
alcohol. En él vivo.
Vivo pero no vivo es sólo
que me conservo. Pues el alcohol
antes de matar desinfecta.
¿A quién quiero engañar?
Siento que estoy más que muerto.
Que es una mierda esta
vida que no gobierno.
A toda la eternidad
atrapado, condenaba yo al imbécil
que tuvo la tonta idea
de inventar el licor
de lagarto.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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