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domingo, 12 de julio de 2009
4ª PÁGINA DE MI NOVELA "EL AMOR ES ROJO PASIÓN". Disponible en www.bubok.com
Fue imposible evitar las miradas, no había nadie más y a ella le llamó la atención que aquel individuo estuviera tirado en el suelo; después de todo no parecía un mendigo ni un borracho, así que alguna razón –de peso, por qué no decirlo- habría.
Augusto dudó un momento, no en vano, su aparente seguridad quedaba en entredicho al encontrarse en aquellas circunstancias, pero después de un primer e inútil intento por incorporarse no tuvo más remedio que aceptar la derrota y reconocer que requería ayuda.
Volvió a mirarla y esto fue suficiente para que ella entendiera que probablemente ese hombrecillo que tan penosamente se movía en el suelo la necesitaba. Así que, con una justificada desconfianza se acercó.
- ¿Te ocurre algo? –preguntó ella.
- ¡Bah! ¡Que me he caído del árbol! –contestó Augusto.
- ¿Y necesitas que te ayude?
Receloso:
- Me temo que sí porque me duele mucho este brazo y creo que voy a necesitar ir al médico. Y desde aquí hay una buena caminata.
- Ya lo creo. A ver, dame esa mano que te acompaño al hospital. Es mejor que entres por el servicio de urgencias para que te hagan radiografías y lo que sea necesario al momento.
Ella extendió su mano y él la asió, primero suavemente y luego con fuerza, y se incorporó. En su interior los sentimientos eran contradictorios; por un lado el fastidio, el bochorno, la tremenda humillación que suponía para él que un extraño, una extraña peor aún, le descubriera en tan embarazosas circunstancias: asaltando un árbol ajeno y tirado en el suelo como castigo.Por otro, su repentina presencia, su voz: balsámica y amable; el contacto, obviamente cálido y suave de su mano, su seguridad y firmeza al incorporarle... eran mensajes subliminales que a todo buen receptor no pasaban inadvertidos. Códigos sonoros, químicos y olfativos que viajaban encriptados entre las palabras, las miradas y los gestos más abiertos, pero que por algún desconocido proceso de
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