miércoles, 5 de marzo de 2014

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte 111 (novela corta alargándose)



Siempre hay un hilo para un descosido y una envidia que alimentar. Una griega sin gracia ni educación saltó al improvisado salón de baile envolviendo con ambos brazos al capitán como una araña a su presa. Dejando un café frío en un sucio vaso de cristal sobre la mesa, y un marido resignado al ridículo sobre la silla. También muy frío. Cipriano él Proserpina ella. Es el momento idóneo para Charlotte.


-Ahora, vamos al cuarto del capitán.

-¿Qué? Sí, a por la llave.

-Pero, ¿y si alguien nos ve?

-Te digo que esta es nuestra oportunidad. Están todos muy entretenidos con la música, ¡no hay más que mirarlos! ¡Vamos!


Charlotte sale disparada hacia el cuarto número uno. En el pasillo un tripulante fornido y poco amigo de conversación saluda con un gesto de cabeza. Ella responde igualmente, disimulando. Fingiendo que va a los servicios. Él se le queda mirando: es de los que tienen dudas respecto a su género. Fausto a pocos metros vigila su espalda. Cuando el marinero desaparece Charlotte cambia bruscamente de dirección hacia el camarote. No está la puerta cerrada con llave: suerte o confianza de autoridad. Entra y Fausto le sigue como una sombra. Ya en el interior, corre el pestillo.


-Tiene que estar aquí esa llave. En algún cajón o algo así.

-Busco en el armario, para ti el resto.

-Quel garçon intelligent!



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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