¿DÓNDE ESTÁ MI PONCHE?
Acudí al encuentro de
antiguos alumnos por invitación expresa,
insistente y pertinaz,
de una vieja amiga. Del
circo.
Ella trapecista singular
yo payaso oficial.
La cosa pintó mal cuando
en las presentaciones
tuvimos que dar nombres
y apellidos.
Seguido de un ¡Ah eres tú
perdona no te había reconocido!
Luego de unos cuantos vasos
de ponche, hiperendulzado,
que ya no están los estómagos
para sustancias fuertes,
con edulcorantes artificiales,
por aquello del no
engordar a estas alturas de operación lifting total;
algún apretón de manos
sin ganas unas arrugas mal disimuladas
varios peluquines al
viento incontinencia verbal y urinaria
rematando con un mal
polvo pendiente de años,
decidí marcharme con un
nuevo suspenso y la depresión a otro parte.
Con mi propia decadencia,
ya tengo suficiente.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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