SEXO EN LA MESA
Por la ventana entraron
dos moscas nerviosas revoloteando.
En vuelo picado persecutorio.
Sobre la mesa de Rigoberta,
la monja superiora del convento
con dieciocho mujeres para el rezo la comida
los postres la lavandería
la limpieza las murmuraciones calumnias y envidias,
más un hombre para las tareas
del huerto los viajes al pueblo a adquirir provisiones
proveerse de noticias rancias,
además de las frecuentes visitas nocturnas a las celdas
de algunas,
se posaron. La una
sobre la otra.
Rigoberta tomó un
grueso libro de título:
Biblia Para Pecadores Compulsivos
Y Otros Remedios Caseros,
y lo estampó sobre la
mesa.
Con las moscas espachurradas
en medio.
Aliviada, exclamó:
¡A follar a otra parte!
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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