EL BAILE DE LAS MALDITAS
La argentinita danzante
se contonea por la plaza del pueblo
como un espantapájaros
en el arrozal de los tramperos:
¡qué hacen todos sino
vivir del cuento!
Ella también, la que más.
La que más mentiras
dice más bobadas hace.
Le gusta que los hombres
la desnuden con los ojos.
Le disgusta que lo
hagan con las manos.
Histérica les amenaza,
lo suyo es el BSM,
de mujer a hombre.
O de hombre a hombre, que
es como ella misma se confiesa.
La argentinita borracha
lo es porque desayuna dos botellas diarias
de sus babas. Babas de
rabiosa contagiada,
cada vez que las cosas
no son como ella quiere.
A media mañana ya se ha
metido sobredosis de ego
y después de comer
infusiones pesadas de autoestima.
La argentinita ridícula
camina descalza por el precipicio tenebroso
de su vida entre
juerguistas, fantochas y cretinas.
Se contonea ante la mirada
atenta de los hombres.
Así lo cree.
Le ha enviado una ex
amiga un par de gafas y un espejo
para que vea cual
abejorro errante
la mirada atónita de
los hombres, que no los seduce,
y algunas mujeres. Que las
avergüenza.
A esas que no están de
acuerdo con todo lo que pasa.
La argentinita danzante
ridícula borracha buscona
ha decidido quedarse a
vivir en el país de los idiotas.
No ha encontrado en el
mundo otro sitio mejor
para hacer de la ira su
medio de vida.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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