JUEGO ON LINE
Han pasado treinta años
desde aquel día raro
en que hiciste una
apuesta a largo plazo. Tú,
que siempre has hablado
mal del juego.
Inversión sin
rentabilidad aparente con tu mejor capital humano:
qué otra cosa sino tú
podías colocar. 45 rojo y par.
Par.
Par de hostias te has
llevado como premio gordo a esa vida entre casinos.
De ver cómo te echan de
la ruleta diaria de hacer algo por ti mismo.
Treinta años a patadas
desde la mesa hasta la puerta.
En la mesa quedó tu
capital, tan humano que no parece de verdad.
En la puerta tu cuerpo
y tres matones. Tan descerebrados como fuertes.
Y viéndote en la acera
con las costillas rotas y los dientes en el suelo
aún te dices que debes
creer en tu futuro. Que está,
o debe estar,
lleno de posibilidades.
Que nada va a impedirte
alcanzar tus objetivos.
Me pregunto con qué
dedo piensas sujetar uno solo de tus sueños
si la prensa de la vida,
manejada siempre por gorilas,
te ha aplastado las dos
manos.
¿Hasta cuándo vas a
insistir en tu proyecto sin futuro?
¿Cuándo llegará ese
momento luminoso y al mismo tiempo oscuro
en que averigües la
verdad como un trompazo?:
accidente mortal,
cambio de carril, probable manejo inadecuado
y exceso de entusiasmo.
Cuándo cruzarás esa raya
que separa realidad de lo imposible.
Y la verdad es que hay
muchos imposibles.
Tantos como puedas
apostar.
Has entregado tu vida
al 45 rojo y par.
45 pares de hostias que
te llevas como premio al esfuerzo
de seguir intentándolo.
De querer ver tu nombre
escrito en algún espacio digno.
Diferente al que ya
tenemos reservado en la piedra vertical
que detiene al
caminante con el epitafio de tus hitos:
“Aquí sin paz descansa soñador
eterno.
Nació en un día
cualquiera. Murió con pena y sin gloria.
Otro día cualquiera.”
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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