PALABRA DE HONOR
Fueron tantas las
promesas que hice
como las que no cumplí.
No es que me faltara
intención, que la intención tenía y buena era.
Me dijeron que con eso
basta. Obedecí,
por conveniencia.
Y con el mismo interés
me fue devuelta. Esto es,
desinterés.
Fallé siempre que pude:
no es lo mismo que decir siempre que quise.
Porque querer yo no
quería.
¿Cómo encajo aquí lo de
más hace el que quiere que el que puede?
Pues yo aun queriendo
no hice.
Y la reunión de
puedeses quizaseses y talveceses
es un collar de cuentas
enroscado al cuello. De malas cuentas.
Para malos tiempos.
Siendo sinceros,
¿alguna vez lo fueron buenos?
Me fallé desde el
comienzo de los tiempos. De mis tiempos.
Antes incluso de mi
propio origen como proyecto.
Soy apenas un bosquejo,
un escorzo inacabado de un corredor
que soñaba con el
constante movimiento.
En el dibujo irresuelto
de mis piernas quedó una mancha de tinta.
O de carbón o de lápiz
o… Algo negro.
Tan borroso, y tan
mancha, como inútil.
¿Se referirán a esto cuando
dicen que la vida mancha?
Tampoco aquí serví como
modelo. Y me pregunto:
¿qué hago con el resto?
Puedo prometer y
prometo, que nada.
¿Quiere y sabe alguien
decirme para qué?
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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