viernes, 9 de noviembre de 2012

NOS SOBRAN LOS MOTIVOS




NOS SOBRAN LOS MOTIVOS


Las razones de por qué nos convertimos en unos imbéciles
no las tengo claras.
No por escasas sino sobradas.
Tantas hay que un análisis somero de las mismas me confunde.
Más aún de lo habitual. A mí.
Que sabes soy tan superficial.

Quisiera hoy compartir contigo algunas de ellas
para que no te me pongas tontorrón,
que siempre viste en mí lo que no hay:
un tipo con suerte.
Y yo en ti un envidioso:
lo que hay. Amigo. Lo que hay.
Descubriremos nuestros defectos mirándonos el uno al otro.
Esa imagen especular es la que nos tiene tan unidos.

Hablaba yo de las razones que hicieron de mí un gilipollas.
Y de ti, amigo, y de ti.
Te cuento ahora cuándo fue que en mi constante afán por mejorar
me hice con ellas.
Diría yo que esto ocurrió poco después de despertar
del sueño breve aquel de la infancia:
fugaz tiempo para los no inocentes
calvario eterno para los que sí.

Cuatro puñetazos en el aula
diez pisotones en los partidos
y cien insultos de propina
nos abrieron los ojos y las heridas:
descubrimos que éste era un mundo de hijo putas.
De tramposos mentirosos y canallas.
También cobardes.

A correr todos, para que no te jodan y para joder tú antes.
De ese joder que no es una variante de follar.
Somos hoy grandes atletas en esto del engaño y las apariencias.

Ya sabes el por qué. Y en el cuándo te he dicho cómo y dónde.
En el quién estamos tú y yo. Y puede que todos los demás.
Nos queda saber hasta cuándo y cuánto
nos la vamos a meter el uno al otro.
Sigo hablando de joder, no de follar,
no siento en este idea no poderte complacer.
La imbecilidad también cuesta lo suyo.
¿O creías que la estupidez va a salirnos gratis?

Al respecto tengo alguna idea:
en mi análisis empírico me baso.
Licuefacción de datos recabados bajo la presión
de mis sondas extrasensoriales,
llámense sensores electrofísicos sin más,
y hechos de dudosa credibilidad con gran impacto social.

Opino y tú ya me dirás si me equivoco,
que habiéndose cerrado para nosotros hace tiempo
esas puertas de la percepción clarividente
no se nos va a quitar la tontería,
por mucho que desde nuestro afán por parecer inteligentes
se intente.

Puede que ahora te preguntes si vale la pena
seguir con esta rémora adelante
o es mejor dejar algo de sitio para las nuevas generaciones:
cuentan que vienen pegando fuerte.
Claro que también decían esto de nosotros y mira tú, sí.
Sí que nos han pegado fuerte.
La de hostias que hemos visto,
que nos daban.
Antes por jóvenes ahora por no serlo mañana por viejos.
Supongo que con los nuevos será la misma historia
repetida años más tarde.
No sé si lo supongo o lo deseo,
llámalo rabia justicia ley de vida desmemoria.
O simplemente mala hostia.
Diría yo que de esto nos sobra.

Sin embargo a tu pregunta yo contestaría:
¿no te has dado cuenta de que al cretinismo
aún no se le conocen límites?


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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