jueves, 13 de diciembre de 2012

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Va a ser que no. Que esta vez no. Que tampoco.
Que llevo todo el día yo asomándome a las ventanas.
Corriendo de una a otra. Del ala norte a la sur, del este al oeste;
y nunca supe que tenía tantas alas esta casa pero en fin.
No para ver salir el sol por donde debe, que sí lo hizo sin faltar un día más,
sino para ser testigo del color:
rojo intenso, violeta pálido, morado negro.
O ver incluso si revienta y nos estalla en toda la cara.
Pero no: débil flojo sol de invierno nada más.

Y digo yo nada más con decepción.
Que tenía yo ganas de ser testigo de algún hecho trascendente.
Aunque luego no lo pudiera contar pero que me quiten lo bailado
y lo que no que esto ya me llevo por delante.
O me lleva a mí por delante y a tomar por saco todo.
Pues no. Hoy,
tampoco.

No han venido platillos como locos a invadirnos para quitarnos los recursos.
¿Con qué recursos?
Ni han salido del centro de la tierra gigantescos monstruos
ansiosos de iniciar la guerra de los mundos.
Cualesquiera que sean esos mundos
que los peores puede que ya los vivamos en este.
Ni siquiera un mesías pringadete se ha abierto las tripas
en directo vía satélite pay per view,
para redimirnos pecadores que somos pobres mortales.
Razón tendría en esto último: somos pobres y mortales.
Sobrados estamos de ambos, hubiera hecho religión de su espectáculo.
Pues hoy,
tampoco.

Y ya no sé las cuentas que yo me he hecho con esta profecía y otras tantas.
Que se acaba el mundo,
que esta es de verdad que lo dicen esos mayas,
aunque pocos sepan dónde carajos están.
Que sí que esta es verdad. Que no viene de Juana la Loca la advertencia,
ni de Pepe el Monaguillo que tan bien adivina su futuro
mirándose la roña de las uñas.
Ni siquiera de Telmo el Mudo desde que se le apareció la virgen
contándole no sé qué cosas.
O digo yo que Telmo el Tonto mudo se volvió
porque igual la virgen no era tan virgen y estaba en pelotas.
Y a lo mejor Telmo el Tonto no era tan tonto y se la trajinó:
para no contarlo enmudeció que se jodan todos los listos del pueblo.
Va a ser que no son tantos.

Y hasta hoy hemos estado contando las fechas del calendario
tachando fechas chungas en el almanaque:
tantos días menos uno para que se acabe el mundo.
Tampoco hoy.

No negaré que fue una desilusión. Qué digo,
mala hostia que tengo de que hoy ya no va a ser.
Y mira tú que este mundo de mierda dura y dura como si valiera la pena.
Y ni vale la pena ni la gracia.
¡Ni que nosotros fuéramos gente importante!
Va a ser a todo que no: al mundo a la puta gente y a sus cosas.

Y mira tú que a mí me hacía ilusión esto de que,
por una vez,
pudiera yo ser testigo de algo interesante. Digno de ver, que se dice.
Al menos, al menos una vez por favor sí esta vez.

Bajaré las persianas de la casa y me iré a dormir como un día cualquiera.
Que eso sí es lo que nos ha dejado el mundo:

Otro día más de mierda.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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